Si no supiera quién dirigió esta película, confieso que jamás lo habría adivinado.
Aquí tenemos al "otro" Wilder, hablándonos del "otro" Holmes.
Una película que se sale de los parámetros a los que nos tiene acostumbrados Billy Wilder, un capricho (en el mejor sentido de la expresión), un trabajo de esos que se cogen con deseo y en el que seguramente estuvo trabajando largo tiempo, para retratar el lado humano del más famoso detective de todos los tiempos y el que ha sido protagonista de más adaptaciones cinematográficas.
Estamos acostumbrados a que se nos narren las aventuras de Sherlock Holmes como si asistiéramos a los capítulos de un serial, cada peli que se ha hecho sobre él, salvo puntuales excepciones, es uno de esos capítulos en los que asistimos a su singular facilidad para resolver los casos más enrevesados.
Aquí tenemos al "otro" Wilder, hablándonos del "otro" Holmes.
Una película que se sale de los parámetros a los que nos tiene acostumbrados Billy Wilder, un capricho (en el mejor sentido de la expresión), un trabajo de esos que se cogen con deseo y en el que seguramente estuvo trabajando largo tiempo, para retratar el lado humano del más famoso detective de todos los tiempos y el que ha sido protagonista de más adaptaciones cinematográficas.
Estamos acostumbrados a que se nos narren las aventuras de Sherlock Holmes como si asistiéramos a los capítulos de un serial, cada peli que se ha hecho sobre él, salvo puntuales excepciones, es uno de esos capítulos en los que asistimos a su singular facilidad para resolver los casos más enrevesados.
Esta película es algo más, como decía al principio, se nos presenta el lado humano del personaje de Conan Doyle. Toda la primera parte del film, está dedicada a eso, a desmitificar un tanto al personaje que conocemos y a decirnos que, en realidad, su inseparable Watson, sólo contaba una parte de lo que ocurría, precisamente aquella que ayudaba a engrosar su leyenda.
Con el recurso de contarnos cómo una famosa bailarina rusa desea que Sherlock le dé un hijo, se nos habla, huyendo del morbo y con el inteligente humor al que Diamond y Wilder nos tienen acostumbrados, de su homosexualidad, de sus afición por la droga y, también, de que no era tan infalible como creemos.
En la segunda parte, se nos presenta uno de estos casos, cuando ya el amante de las aventuras de Holmes, cree que se ha equivocado de film y que en este no va a haber investigación alguna. La hay, pero peculiar, no al uso de las que hemos visto otras veces, ya que el amor y la inteligencia de su rival, van a llevar a Sherlock a equivocar las conclusiones, al menos en primera instancia y será solamente la información que le facilite su hermano, la que le saque del error.
Buenas y logradas interpretaciones de los desconocidos Robert Stephens y Colin Blakely, como la pareja Holmes&Watson y la curiosidad de ver a Christopher Lee (que había interpretado al propio detective), encarnando al hermano del protagonista.
Una ambientación muy conseguida que durante buena parte de la película se ve ayudada por los magníficos paisajes de Escocia, donde se traslada la acción, lo que redunda en que el director de fotografía Christopher Challis, nos ofrezca algunas estampas muy bonitas. Y de quien no podemos olvidarnos es del autor de la banda sonora, el compositor Miklos Rozsa, cuyo "Concierto para violín", había entusiasmado a Wilder.
Después de verla, he sabido que la peli estaba pensada (y rodada) para durar tres horas, pero que los productores debieron presionar para que la recortara. De manera incomprensible (seguro que hay una explicación que desconozco), Wilder lo dejó todo en manos de su montador y según el propio Wilder, este había hecho una carnicería que hizo que se le soltaran las lágrimas al ver el resultado.
¿Dónde están los trozos que faltan? Un misterio, quizá para ser resuelto por el propio Holmes, pero es una pena que no hayan aparecido, pues si lo que ha llegado a nosotros es para algunos una obra maestra, qué sería el original, al lado del cual, esta otra era, para su propio director, un desastre.
Gracias por los buenos deseos señor.
ResponderEliminarTe has currado esta entrada y se nota.
Apunto en la peliagenda el ver este, a priori, peliculón.
Bueno, ya sabes que lo de que guste o no guste tiene mucho de subjetivo, así que por si acaso, no te hagas demasiadas ilusiones. Pero yo creo que está bien, aunque tiene algunos pasajes un poco delirantes y un final que podría haber sido más valiente.
ResponderEliminarNo me gustó en su momento y tras revisitarla no hace mucho, sigue sin engancharme.
ResponderEliminarTampoco me aportan nada Robert Stephens y Colin Blakely, aunque reconozco que mi Holmes es Basil Rathsbone y ningún otro ha estado a su altura.
Con todo, me parece muy poca "wilderiana", tiene sus momentos, sí, pero a cuentagotas.
Buena descripción de lo que supongo será una película muy buena, a lo que nos tiene acostumbrado la pareja Holmes y su inseparable Watson.
ResponderEliminarTomo nota y habrá que verla.
Saludos
A mí, Natalia, me gusta más el Wilder de toda la vida, por así decirlo, pero no me atrevo a dar un juicio sobre este film con el que a los ojos de Wilder, los montadores habían hecho una masacre.
ResponderEliminarJosé Luis, tiene algunos momentos un poco raros, por decirlo de algún modo.
ResponderEliminarLo que decía; El dios Wilder deja de serlo. Esta película, para mi gusto, es la que tiene menos interes de su filmografía. Algunos críticos posmodernos la han rescatado y salvado, reconsiderado... pero. TodA obra puede ser revisionada con nuevos "ojos", no hay duda. Un saludo
ResponderEliminarSí, ahora parece que la ven de otra manera.
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