Acompañan nuestra vida cotidiana y, al menos en teoría, nos ayudan a circular mejor por las cada vez más complicadas calles de nuestras ciudades.
Fue en 1918, cuando los semáforos quedaron tal cual los conocemos, pues hasta entonces no incorporaron la tercera luz, la de advertencia, de color anaranjado.
Los semáforos irrumpieron en las vías urbanas tras llevar tiempo como señales en el sistema ferroviario o marítimo, y la primera ciudad donde se instalaron, ya con el nuevo automatismo ideado en 1914 por Alfred Benesch, fue Cleveland (Ohio).
Sin embargo, el primer semáforo, que levantaba alternativamente una lámpara de gas con fanal rojo y otra con fanal verde, estuvo instalado ante la Cámara de los Comunes de Londres, y apenas duró unos meses ya que una de sus lámparas estalló, matando al agente que lo tenía a su cargo.
Para mi, amigo Trece, los semáforos fueron un gran invento. Los guardias municipales, por mucho que lo intenten, complican el tráfico y no tiene la fluidez que con los semáforos. Las rotondas que actualmente se estan poniendo de moda, tampoco están mal y, en muchos casos eliminan hasta los semáforos.
ResponderEliminarS aludos cordiales
En Batún, un reino perdido en el Himalaya tuvieron que quitar los pocos semáforos que había, la gente se niega a tener esos artilugios. Es un pequeño paraiso medieval. Un saludo :-)
ResponderEliminarJosé Luis, eso por no hablar de esos cruces de los que nunca sales hasta que alguien se decide a instalar un semáforo.
ResponderEliminarSeguramente en Batún no tienen problemas de tráfico, así que vivirán un poco más felices que nosotros, al menos en ese aspecto.
ResponderEliminarMuy interesante como siempre Trecce.
ResponderEliminarYa conoces otra "anecdotilla" de los british.
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