A estas alturas, negar que el clima cambia, es negar la evidencia, otra cosa son las teorías sobre la causa de este cambio, ya sabéis, que si la intervención del hombre, que si el natural movimiento pendular entre épocas de calor y glaciaciones... En eso yo no entro, doctores tiene la ciencia.
Lo que sí está claro es que lo que no se había desarrollado hasta hace pocos años, es el negocio alrededor del cambio climático, porque negar ese negocio, es también negar la evidencia.
Y es que lo nuevo es eso, el negocio, lo otro, las advertencias, vienen de antigüo, a las pruebas me remito con este artículo aparecido en el número 535 de la revista "Madrid Científico", nada menos que en 1906. Todo un siglo nos contempla.
LA TIERRA SE SECA
Es esta una noticia algo más grave que la de la subida más fuerte que el termómetro haya podido presentar en los pasados días. Hay muchas gentes, que medio ahogándose o empapados en sudor, preguntan con gran interés por la altura de la columna termométrica, queriendo darse cuenta de la razón de sus sudores o de su sofocación. Sin embargo, hay todavía algo que debiera preocupar más a los terrícolas. Los recrudecimientos térmicos son más soportables que la calamidad de que se señalan los preliminares. ¡Se seca la Tierra!
Suponemos que este desecamiento ha de ser suficientemente pausado para que no suframos nosostros las consecuencias en toda su terrible fuerza; pero pensando en nuestros biznietos alguna inquietud es natural que tengamos ya desde ahora. ¡Y quién sabe! ¿Quién sabe si nosotros no vamos a sentir más pronto de lo que pensamos los efectos del agotamiento hidrológico? Ello es que no vemos muy explicable el fenómeno, pero numerosos testimonios lo certifican. La cantidad de lluvia caída sobre la superficie terrestre, es de año en año menor. La corona de nieve que cubre muchas crestas montañosas parece también en decrecimiento: el hecho se ha comprobado en Suiza muy especialmente, porque sus ventisqueros son objeto de constante observación y estima, ya como elementos decorativos del paisaje, ya como generadores de ríos y de saltos de agua aprovechables en producción de energía eléctrica.
Lo que en Suiza se observa, puede igualmente observarse en otros países. África se nos ofrece en vías de desolación cada vez mayor, porque hay ríos de los que ya no puede decirse que corren, dado lo perezoso de su marcha. Y lago tan importante como es el Tsad, donde franceses y alemanes se miran aún más o menos recelosos, va dejando poco a poco de merecer el nombre de lago. Parece que cuanto más se habla en el mundo de regeneración hidráulica, tanto más se empeña el agua en esconderse y hacerse desear. Pero el último dato, el que más impresión ha causado, es el que una reciente expedición a las latitudes antárticas ha traído respecto a los glaciares que rodean el Polo Sur. La gran barrera de hielo contra la cual se estrellaron los arrestos de James Ross, asegúrase que se ha retirado a una distancia acaso de 50 kilómetros. Otro tanto ocurre en la Tierra Victoria. Y más o menos, lo mismo que del casquete antártico se puede afirmar con respecto al ártico.
Será, sin duda, intempestivo el preocuparnos con exceso de este peligro que se cierne sobre todos los seres que viven parásitos sobre el planeta Tierra. Nosotros no quisiéramos difundir el pavor entre nuestros queridos lectores, pero no podemos guardar silencio sobre estas cosas que ocurren, y que acaso merezcan ser objeto de alguna bien encaminada investigación. En efecto, hoy no es difícil reunir datos referentes a los fenómenos de que ligeramente hemos aquí tratado, pero al querer formar idea del conjunto, al buscar algún atisbo de teoría que explique, justifique o disculpe esas difíciles novedades, los ánimos se achican y el interrogante queda abierto sin saberse cuándo se podrá tener respuesta aceptable.
Lo que sí está claro es que lo que no se había desarrollado hasta hace pocos años, es el negocio alrededor del cambio climático, porque negar ese negocio, es también negar la evidencia.
Y es que lo nuevo es eso, el negocio, lo otro, las advertencias, vienen de antigüo, a las pruebas me remito con este artículo aparecido en el número 535 de la revista "Madrid Científico", nada menos que en 1906. Todo un siglo nos contempla.
LA TIERRA SE SECA
Es esta una noticia algo más grave que la de la subida más fuerte que el termómetro haya podido presentar en los pasados días. Hay muchas gentes, que medio ahogándose o empapados en sudor, preguntan con gran interés por la altura de la columna termométrica, queriendo darse cuenta de la razón de sus sudores o de su sofocación. Sin embargo, hay todavía algo que debiera preocupar más a los terrícolas. Los recrudecimientos térmicos son más soportables que la calamidad de que se señalan los preliminares. ¡Se seca la Tierra!
Suponemos que este desecamiento ha de ser suficientemente pausado para que no suframos nosostros las consecuencias en toda su terrible fuerza; pero pensando en nuestros biznietos alguna inquietud es natural que tengamos ya desde ahora. ¡Y quién sabe! ¿Quién sabe si nosotros no vamos a sentir más pronto de lo que pensamos los efectos del agotamiento hidrológico? Ello es que no vemos muy explicable el fenómeno, pero numerosos testimonios lo certifican. La cantidad de lluvia caída sobre la superficie terrestre, es de año en año menor. La corona de nieve que cubre muchas crestas montañosas parece también en decrecimiento: el hecho se ha comprobado en Suiza muy especialmente, porque sus ventisqueros son objeto de constante observación y estima, ya como elementos decorativos del paisaje, ya como generadores de ríos y de saltos de agua aprovechables en producción de energía eléctrica.
Lo que en Suiza se observa, puede igualmente observarse en otros países. África se nos ofrece en vías de desolación cada vez mayor, porque hay ríos de los que ya no puede decirse que corren, dado lo perezoso de su marcha. Y lago tan importante como es el Tsad, donde franceses y alemanes se miran aún más o menos recelosos, va dejando poco a poco de merecer el nombre de lago. Parece que cuanto más se habla en el mundo de regeneración hidráulica, tanto más se empeña el agua en esconderse y hacerse desear. Pero el último dato, el que más impresión ha causado, es el que una reciente expedición a las latitudes antárticas ha traído respecto a los glaciares que rodean el Polo Sur. La gran barrera de hielo contra la cual se estrellaron los arrestos de James Ross, asegúrase que se ha retirado a una distancia acaso de 50 kilómetros. Otro tanto ocurre en la Tierra Victoria. Y más o menos, lo mismo que del casquete antártico se puede afirmar con respecto al ártico.
Será, sin duda, intempestivo el preocuparnos con exceso de este peligro que se cierne sobre todos los seres que viven parásitos sobre el planeta Tierra. Nosotros no quisiéramos difundir el pavor entre nuestros queridos lectores, pero no podemos guardar silencio sobre estas cosas que ocurren, y que acaso merezcan ser objeto de alguna bien encaminada investigación. En efecto, hoy no es difícil reunir datos referentes a los fenómenos de que ligeramente hemos aquí tratado, pero al querer formar idea del conjunto, al buscar algún atisbo de teoría que explique, justifique o disculpe esas difíciles novedades, los ánimos se achican y el interrogante queda abierto sin saberse cuándo se podrá tener respuesta aceptable.
La tendencia natural de la tierra sería hacia una nueva glaciación, cosa que va mucho más lento de lo normal pero no de ahora, sino desde el neolítico con el descubrimiento de la agricultura (campos quemados para la siembra, cultivos inundados de arroz..) y sobre todo a partir de la revolución industrial. A mi sinceramente con la que tenemos encima lo que menos me importa es el cambio climático, un saludo :-)
ResponderEliminarSí, menudo chaparrón nos está cayendo.
ResponderEliminarMás que cambio climático, es cambio crematístico. La cantidad de gente que vide de ese cambio es enorme. Esta primavera pasada, se descubrieron varias modificaciones de datos para hacer ver que se produce todo conforme ellos dicen. Los cambios que se notan son meramente cíclicos. La mano del hombre claro que se nota, pero apenas influye en el clima
ResponderEliminarCuando ve uno a la buena gente participar en campañas para la preservación del medio ambiente, siente uno pena por el daño que les hacen algunos de estos llamados "apóstoles" del cambio climático que contaminan más ellos solitos que cualquier región entera del llamado Tercer Mundo.
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