Mucho se ha hablado y se seguirá haciendo, sobre el peligro que suponen las armas atómicas para el conjunto de la humanidad. Aún hay quien piensa que dados los complejos sistemas de seguridad, es prácticamente impensable que se produzca una catástrofe nuclear no deseada. Bueno, cada cual que piense lo que quiera, yo soy de la opinión de que si bien es cierto que no faltan empresas que montan negocios a costa del pánico de los demás (refugios nucleares dotados de todo tipo de adelantos, etc.), todo aquello que está en manos de los hombres es susceptible de fallos.
El 26 de septiembre de 1986, los monitores de una de las estaciónes soviéticas de satélites que vigilaban a los Estados Unidos, dieron la alarma: Cinco misiles norteamericanos se dirigían a territorio soviético.
El teniente coronel Stanislav Petrov, estaba al frente de la misma y, según el protocolo establecido, debía apretar el botón rojo para desencadenar la respuesta soviética. No lo hizo. En tan sólo unos pocos minutos tuvo que valorar la situación y llegó a la conclusión de que se trataba de un mal funcionamiento del sistema.
“La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles”, dijo más tarde, al explicar su actuación, mejor dicho, su "no actuación"
Los soviéticos le obligaron a jubilarse y retirarse anticipadamente por no haber seguido el protocolo. Pero con su acción Petrov nos salvó de una guerra nuclear. Todo esto no se supo hasta 1998, cuando uno de los oficiales bajo el mando de Petrov que fue testigo de la situación publicó un libro donde contaba lo que había visto.
El asunto, tiene hasta nombre propio, "Incidente del Equinoccio de Otoño". Al parecer, Petrov conocía bien las peculiaridades del sistema satélite OKO de alerta temprana rusa y creía que éste podía equivocarse, así que consideró que eran muy pocos misiles, sólo cinco, cuando EE.UU. tenía miles de misiles nucleares. Decidió esperar y finalmente se descubrió que era una falsa alarma causada por unos reflejos de la luz del sol en las nubes.
Hay que tener en cuenta, para valorar la situación en su justa medida y darle el valor que tiene a la actuación de este hombre que sólo tres semanas antes, la Unión Soviética había derribado un avión de pasajeros coreano que había invadido el espacio aéreo soviético, matando a las 269 personas que iban a bordo, incluidos varios estadounidenses. De acuerdo con la CNN, el KGB había enviado un mensaje a sus espías en occidente, advirtiéndoles que se prepararan para una posible guerra nuclear.
Stanislav Petrov, nunca se consideró un héroe, a pesar de ello, en enero de 2006, realizó un viaje a EE.UU., donde fue homenajeado por las Naciones Unidas.
El 26 de septiembre de 1986, los monitores de una de las estaciónes soviéticas de satélites que vigilaban a los Estados Unidos, dieron la alarma: Cinco misiles norteamericanos se dirigían a territorio soviético.
El teniente coronel Stanislav Petrov, estaba al frente de la misma y, según el protocolo establecido, debía apretar el botón rojo para desencadenar la respuesta soviética. No lo hizo. En tan sólo unos pocos minutos tuvo que valorar la situación y llegó a la conclusión de que se trataba de un mal funcionamiento del sistema.
“La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles”, dijo más tarde, al explicar su actuación, mejor dicho, su "no actuación"
Los soviéticos le obligaron a jubilarse y retirarse anticipadamente por no haber seguido el protocolo. Pero con su acción Petrov nos salvó de una guerra nuclear. Todo esto no se supo hasta 1998, cuando uno de los oficiales bajo el mando de Petrov que fue testigo de la situación publicó un libro donde contaba lo que había visto.
El asunto, tiene hasta nombre propio, "Incidente del Equinoccio de Otoño". Al parecer, Petrov conocía bien las peculiaridades del sistema satélite OKO de alerta temprana rusa y creía que éste podía equivocarse, así que consideró que eran muy pocos misiles, sólo cinco, cuando EE.UU. tenía miles de misiles nucleares. Decidió esperar y finalmente se descubrió que era una falsa alarma causada por unos reflejos de la luz del sol en las nubes.
Hay que tener en cuenta, para valorar la situación en su justa medida y darle el valor que tiene a la actuación de este hombre que sólo tres semanas antes, la Unión Soviética había derribado un avión de pasajeros coreano que había invadido el espacio aéreo soviético, matando a las 269 personas que iban a bordo, incluidos varios estadounidenses. De acuerdo con la CNN, el KGB había enviado un mensaje a sus espías en occidente, advirtiéndoles que se prepararan para una posible guerra nuclear.
Stanislav Petrov, nunca se consideró un héroe, a pesar de ello, en enero de 2006, realizó un viaje a EE.UU., donde fue homenajeado por las Naciones Unidas.
Stanislav Petrov. Trataré de no olvidar nunca el nombre, a modo de homenaje personal. Menos mal que en este mundo tan desnortado hay gente como él. Gracias por compartirlo, Trecce.
ResponderEliminarEl caso es que estamos rodeados de locos, menos mal que algunas personas sensatas, a modo de ángeles guardianes, velan por los demás.
ResponderEliminarParece mentira que muchas veces nuestro futuro o nuestro bienestar puedan depender de la decisión que tome una sola persona en un segundo. Esperemos que Stanislav Petrov no sea una especie en peligro de extinción, y el sentido común no se agote.
ResponderEliminarQue pases buen domingo Trecce.
Lo malo son los que están por encima, de momento a este hombre le enviaron a un destino de segunda clase y después lo jubilaron. Si hubiera apretado el botón, quizá no hubiera quedado nadie para "celebrarlo", pero en caso de que hubiera quedado alguno, le habrían hecho héroe nacional. A eso se le llama quitarle a uno las ganas de hacer bien las cosas.
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