La novela es una especie de gran epopeya agrícola que cuenta la historia de Isak, el hombre de pocas palabras y mucho trabajo, que con su entrega, dedicación, sacrificio y su gran fuerza, no solo física, convierte el desolado paisaje de Sellanraa, primero en una granja y, más adelante, en una gran explotación agrícola que atrae a nuevos colonos hacia aquella tierra otrora inhóspita y salvaje.
Isak se casa con Inger, con la que tiene dos hijos, la tercera de las criaturas, una niña, nace con el labio leporino y la propia madre la mata al nacer. Cuando Inger regresa a Sellanraa tras cumplir una condena de ocho años, al principio de la cual da a luz a otra niña, el conflicto entre el campo y la ciudad toma cuerpo en la novela.
El protagonista es una especie de titán, un hombre solitario al que Hamsun presenta como temeroso de Dios, inclinado hacia la tierra para ganarse la vida, dueño de lo que posee porque todo lo ha obtenido de su trabajo; apartado de la sociedad de los hombres, explorador y domeñador de nuevas tierras.
Bendición de la tierra (también traducida como Los frutos de la tierra) es, en varios sentidos, la culminación de la prolífica carrera de Hamsun, que lo llevó a recibir, junto al poeta suizo Spitteler, el premio Nobel de literatura en 1920. Es en esta novela donde quizá mejor se expresa su mensaje: La única forma en que el hombre puede encontrarse a sí mismo es retornando a la naturaleza con el alma y el corazón puros.
Un libro no exento de cierta ternura, en el que los personajes se enfrentan al escepticismo que de manera inevitable despierta en ellos la dura lucha por la supervivencia. Sin embargo, por encima de esos momentos de vacilación, prevalece en ellos la impronta que les deja el más puro ascetismo y la suprema religión del amor.
En 1840, durante la ocupación alemana de Noruega, Hamsun simpatizó con el régimen pro nazi de Quisling, lo que le valió la reprobación de intelectuales de todo el mundo. Tras la liberación, fue arrestado y encerrado en un hospital psiquiátrico. La última de sus obras, Por los senderos otra vez silvestres (1949) es un alegato en que quiso justificar su actitud. Tras su muerte, acontecida en 1952, sus compatriotas han preferido relegar a un segundo plano ese desafortunado episodio y han rendido justo homenaje a sus altas virtudes como escritor.