Perseguido por la policía, François (Jean Gabin), trabajador de una fábrica, se refugia en su habitación. Mientras está rodeado, va recordando cómo los conflictivos hechos de los últimos días lo han conducido hasta la apurada situación en la que se encuentra; su pasión por la florista Françoise (Jacqueline Laurent), su compleja relación con Clara (Arletty) y el asesinato de Valentin (Jules Berry), un extraño personaje relacionado con ambas mujeres.
El intenso monólogo que dirige Jean Gabin al público que está en la calle, hacia el final de la película, lo pronunció con tanta vehemencia que, al parecer, no pudo reprimir el llanto al regresar a su camerino.
A modo de capítulos, los flashback que se suceden en la película, nos van relatando la historia que ha desembocado en el trágico final que tiene a François atrapado en el ático de una sola habitación donde vive, esperando el desenlace que se presume fatal.
Como en otros films de Marcel Carné, no hay héroes, los personajes son gente humilde o individuos que viven en el límite, todo cercano a la vida real, con unas vidas que les llevan a soñar poder escapar de ellas algún día.
La película tiene algunos planos memorables, como el picado en que vemos a Valentin tratando de zafarse de François con medio cuerpo en el vacío o los travelling verticales que siguen a los personajes subiendo y bajando la escalera del edificio. Probablemente el guion, aún a pesar de venir firmado por el gran Jacques Prévert, resulte algo irregular para una historia en que el final ya está escrito y sus personajes no podrán escapar de su destino.
Una época mítica del cine francés, injustamente valorada por los cahieristas y directores de la Nouvelle vague.
ResponderEliminarLos chicos de Cahiers, algunas veces tenían sus ramalazos, digamos extravagantes.
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