El encantador y aparentemente idílico matrimonio que forman Viri (Vladimir) y Nedra, vive en una casa victoriana a orillas del Hudson, una casa inundada por la luz de la mañana, en la que transcurre su vida plácida, entre los juegos de sus hijas y las reuniones con sus amigos.
Nedra, la gran protagonista de la novela, es una mujer a años luz, inalcanzable incluso para su marido. Ambos son envidiados como la pareja perfecta, se aman, pero apenas tienen nada que decirse y hasta sus encuentros amorosos se han tornado rutinarios. Alrededor de sus cuarenta años, Nedra sabe que la vida no está ahí, al menos no la vida a que aspira y quiere saciar su sed.
La luz es la metáfora que guía la vida de esta mujer que aspira a ser su propia luz intentando no quemarse, así que acaba divorciándose del conformista Viri.
A su hija Franca, la mayor de las dos que tiene, le dice:
—Tienes que llegar más lejos que yo.
—¿Más lejos?
—Con tu vida, tienes que ser libre.
Ella no lo explicó; no podía. No se trataba de vivir sola, aunque en su caso había sido necesario. La libertad de que hablaba era la conquista de una misma. No era un estado natural. Estaba destinado solamente a quienes lo arriesgaran todo para conseguirla, a quienes eran consciente de que sin ella la vida consistía únicamente en apetitos hasta que te quedabas sin dientes.
La historia está contada con la prosa diáfana, luminosa, leve y de triste resonancia de James Salter, tenido por uno de los maestros de la literatura norteamericana contemporánea.
Sin llegar a la pedantería ni al exceso, el libro contiene citas y referencias cultas sobre arquitectura, música o literatura y a personajes conocidos de esos mundos. Me ha llamado la atención que entre ellos figure Gaudí, no solo de pasada, sino que habla de La Sagrada Familia o del conocido episodio de su muerte atropellado por un tranvía. También cita a Valle-Inclán, su forma de vestir y lo llamativa que resultaba su fisonomía.
Miedo me da lo que un novelista norteamericano pueda decir sobre Valle-Inclán... El hecho de que lo que destaque de él sea su aspecto ya lo dice todo. Ya se sabe: cuando el dedo señala a la luna...
ResponderEliminarA mi lo que me llama la atención es que conozca su existencia y que fue un tipo que, en cierto modo, molestaba.
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