Kanji Watanabe (Takashi Shimura) es un viejo funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada. Sin embargo, no es consciente del vacío de su existencia hasta que un día le diagnostican un cáncer incurable. Con la certeza de que el fin de sus días se acerca, surge en él la necesidad de buscarle un sentido a la vida.
Con esa parsimonia, tan propia, por otra parte, del cine oriental, Kurosawa nos acerca esta lección de vida a través de un hombre al que le han puesto fecha de caducidad a la suya. El maestro japonés elige a un hombre cualquiera, a uno de tantos funcionarios grises y acomodados al sistema que deja pasar su existencia, un muerto en vida en cuanto a expectativas se refiere, pues carece de metas en su monótona existencia.
Con una crítica explícita a la burocracia, un método que los políticos o el sistema mismo ha ido perfeccionando para reírse del ciudadano y sus problemas, enviándonos de una ventanilla a otra en la esperanza de que por el camino desistamos y les dejemos en paz para seguir haciendo nada.
Watanabe descubre la vida de repente, cuando apenas le queda tiempo y decide hacer algo por los demás para así, hacerlo por sí mismo, darle un sentido a lo poco que le queda por delante y, con ello, dar una lección de vida y entrega a quienes le rodean, aunque esto lo hace sin querer, ya que son las conciencias de sus propios compañeros las que les hacen ver lo insustancial y estúpido de sus propias existencias, aunque es verdad que sus propósitos de enmienda y seguir el ejemplo de su compañero muerto, duran un suspiro, justo lo que tarda en pasarse el efecto del sake consumido en el funeral.
La amargura y la soledad toman cuerpo en la figura del protagonista en esta historia que es la de toda una sociedad.
Hola.
ResponderEliminarQué propuestas tan interesantes traes siempre. Apuntada, por supuesto.
Muy feliz lunes.
Una película llena de encanto y con un mensaje moral de los que llegan a lo más profundo.
EliminarKurosawa, son palabras mayores. Este film, me impactó. Del cine que deja huella, por mucho tiempo que pase.
ResponderEliminarTú lo has dicho, hablamos de uno de los grandes.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarPertenece al selecto grupo de películas "imperecederas", a mi me provoca unas sensaciones similares a cuando me veo "Umberto D" que precisamente también es del mismo año 1952.
Saludos!
Es cierto, tienen sus similitudes.
EliminarCuántos buenos propósitos suele traer una diagnóstico médico no favorable. Pero la inmensa mayoría suelen quedar en agua de borrajas. Si acaso, alguna reconciliación familiar que luego facilite el reparto de la herencia.
ResponderEliminarEs que cuando nos interesa nos ponemos de acuerdo enseguida.
EliminarTal vez debería revisarla, y después ver "Living", el reciente remake que nos llega del Reino Unido.
ResponderEliminarPor comparar.
EliminarRecuerdo con cariño la historia del pobre señor Watanabe, que tuve ocasión de descubrir gracias al programa de Garci en La2.
ResponderEliminarGarci siempre nos ha acercado al buen cine.
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