Paul Rivers (Sean Penn), un matemático enfermo casado en un matrimonio sin amor con una emigrada inglesa; Christina Peck (Naomi Watts), que esconde un pasado secreto; y Jack Jordan (Benicio Del Toro), un ex convicto que ha encontrado a Jesús, ven sus destinos unidos por un terrible accidente que cambia sus vidas.
El título de la película hace referencia al peso que perdemos cuando morimos y responde a un trabajo del Dr. Duncan MacDougall, de Haverhill, Massachusetts, a principios del siglo XX. MacDougall pesó a sujetos moribundos en un intento de demostrar que el alma humana era material y medible, un experimento considerado poco científico.
Amor y desamor, violencia, fatalidad, azar, prejuicios... todo esto y quizá alguna cosa más, se da cita en esta especie de collage en que Alejandro González Iñárritu convierte esta historia que, de haber seguido un planteamiento lineal, quizá hubiera perdido algo de originalidad y ese desconcierto que produce al principio, hasta que nos acostumbramos a la forma narrativa que, de este modo, cobra frescura para una historia que transita por la delgada frontera que separa la vida de la muerte.
Un montaje complicado, bien resuelto, unas buenas interpretaciones y una estupenda dirección, completan un film que consigue transmitir sensaciones y emociones.
Un título brillante, aunque muy áspero.
ResponderEliminarSí que lo es.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarA mi con ese cartel ya me tienen pegado a la pantalla. Es de esas que vuelves a ver en mas de una ocasión.
Saludos!
Es una buena película.
EliminarNo sabía lo del título. Qué curioso me ha resultado. A mí me pareció durísima la trama.
ResponderEliminarEs muy cruda.
EliminarSi con la salvaje y compleja AMORES PERROS González Iñarritu nos impresionó profundamente, en su siguiente film, 21 GRAMOS, tal vez queriendo rizar el rizo, nos confunde e irrita empleando un sistema narrativo de caprichosa estructura que juega con los tiempos y los lugares consiguiendo que al menos durante el primer tercio de la película el espectador no sepa con claridad cuándo, dónde y qué le ocurre a cada personaje. Así, algunas escenas aisladas de gran fuerza quedan desconectadas y se diluyen en un pretencioso y descolocado puzzle. Tal vez ese montaje desordenado y marrullero trate de encubrir el hecho de que al puzzle le faltan algunas piezas.
ResponderEliminarBuena argumentación.
EliminarA pesar de su dureza, me parece que el guion de Guillermo Arriaga es un ejercicio bastante hábil en el que se conectan las historias de varios personajes.
ResponderEliminarYo también lo creo.
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