EL MARIDO DE LA PELUQUERA

 

Cuando tenía doce años, Antoine (Jean Rochefort) descubre su sexualidad en el sillón de la voluptuosa peluquera madame Scheaffer (Anne-Marie Pisani). El perfume de esta mujer lo embriaga y su mirada se pierde bajo su blusa, imantada por esos generosos senos libres de sostén. Antoine crece con la secreta pasión de casarse con una peluquera. Ya en la madurez su deseo se hace realidad cuando conoce a la joven y bellísima Mathilde (Anna Galiena), con la que se une en matrimonio. La pareja comparte una felicidad perfecta, y su vida es un idilio permanente tan sólo comparable a un sueño.

Mediante flashback y la voz en off del protagonista, rememora recuerdos infantiles, esas fijaciones que marcan la vida de algunas personas, en este caso el despertar sexual, pero también las relaciones familiares.

La película navega entre lo ridículo y una delicada emotividad. Habrá a quien le parezca fatua la historia, con esos bailes, a veces extemporáneos, de Antoine al son de la música árabe, o esas expansiones amorosas en el salón de peluquería cargadas de morbo fetichista, pero quien conecte con ella, disfrutará de estos 80 minutos de cine con un romanticismo diferente. En todo caso, se trata de una fábula y como tal hay que tomársela.