MUERTE EN EL NILO

 

Las vacaciones egipcias del detective belga Hércules Poirot (Kenneth Branagh), a bordo de un lujoso barco de vapor, se ven alteradas por la búsqueda de un asesino cuando la idílica luna de miel de una pareja perfecta se ve truncada de la forma más trágica.

 

El guión se basa en la novela del mismo título de la británica Agatha Christie, publicada en 1937 y está dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh.

Aunque, en general, se atiene bastante al original, el film altera algunas cosas con respecto a la novela, seguramente la más llamativa es la introducción, en la que vemos a un joven Poirot como soldado en la I Guerra Mundial, que sufre graves heridas que le deforman el rostro, lo que explica su famoso bigote, algo totalmente inventado por el guión, ya que en las novelas de Agatha Christie, apenas se nos da información sobre la vida anterior del personaje, a pesar de ser, quizá junto a Miss Marple, el más famoso de los creados por la escritora y de aparecer en más de cuarenta de sus novelas; además cuando ocasionalmente Poirot habla sobre su pasado, lo hace suministrando información falsa o errónea sobre sí mismo o sus antecedentes a fin de que le ayude en la obtención de información relevante para un caso particular.

Está más que claro que Kenneth Branagh tiene experiencia, arte y conocimientos sobrados para hacer cine y casi todas las críticas que se puedan hacer a esta película seguramente vendrán de la forma de contar la historia y de que haya sabido hacerla interesante para el espectador, porque técnica y visualmente, es irreprochable. 

La primera hora del film nos la pasamos oyendo las canciones de Stacy Abalogun, viendo los correspondientes y glamourosos bailes y con la presentación de los personajes, sin que casi nada de lo relacionado con el caso que debe investigar Poirot, suceda. 

Todo muy bien coreografiado (porque en ocasiones, las escenas parece que lo han sido), perfectamente planificadas las secuencias, planos de todo tipo (picados, travelling laterales, tomas cenitales...), postales hermosas, deslumbrante puesta en escena y mucho croma. 

Visualmente, ya digo, hermoso, incluso impactante por momentos; técnicamente intachable, pero, en definitiva, ¿esto es bueno o no? Pues eso va en gustos, solo digo lo que a mi me ha parecido ver para que cada cual vaya avisado. ¿Y del caso de Poirot, qué?, pues que se resuelve, como era de esperar, con esa especie de acto de fe que hay que poner en algunas de sus conclusiones (algo que ya es así en la novela) y que me quedo con aquella especie de sorna que le daba al personaje Peter Ustinov que a mí me resultaba más divertida. 

Por cierto, magnífico trabajo del canario Paco Delgado, con sus diseños de vestuario siempre elegante y, algunos de ellos, bellísimos y llenos de glamour.