Dos años después de la inesperada muerte de su esposa, drama del que no ha logrado recuperarse, Yusuke Kafuku (Hidetoshi Nishijima), un reconocido actor y director de teatro, recibe una oferta para dirigir una producción del drama de Antón Chéjov Tío Vanya en un festival de teatro en Hiroshima. Allí conoce a Misaki Watari (Toko Miura), una joven taciturna asignada por el festival para conducir su coche. A medida que se acerca el estreno de la producción, aumentan las tensiones entre el elenco y el equipo, sobre todo entre Yusuke y Kôshi Takatsuki (Masaki Okada), un joven actor que comparte una conexión no deseada con la difunta esposa de Yusuke. Obligado a confrontar verdades dolorosas surgidas de su pasado, Yusuke comienza, con la ayuda de su conductora y sus sinceros comentarios, a enfrentarse a su pasado y a los inquietantes misterios que dejó su esposa.
El guión adapta un relato del escritor japonés Haruki Murakami del mismo título que la película y que una canción de los Beatles, algo recurrente en él, pues su afición por la música recorre toda su obra y algunas de sus novelas tienen temas y títulos referidos a una canción. El relato se publicó por primera vez en la revista mensual de su editorial Bungeishunju y en España ha sido publicado por Tusquets junto a otros cuentos en el libro "Hombres sin mujeres".
El relato cuenta la historia de Kafuku, un actor de unos 50 años que busca un chófer para conducir su coche, un Saab 900 amarillo que tiene doce años y 100.000 kilómetros pero no piensa cambiar porque le encanta abrir el techo solar con independencia de la estación que sea. Como Kafuku necesita ensayar en los trayectos antes de salir a escena, le pide a Oba, el mecánico del taller al que suele llevar su coche, que le recomiende un conductor. A pesar de sus recelos masculinos hacia las mujeres al volante, éste le presenta a Misaki, una chica de unos 20 años.
«Es algo rara: muy callada, poco amistosa y fría, además de una fumadora empedernida. Nadie diría que es mona», la describe Murakami, quien encima la afea con un abrigo de caballero de tela, unos pantalones marrones de algodón y unas zapatillas negras. Pero, tal y como había prometido el mecánico Oba, Misaki conduce con suavidad y destreza y no le importa que el viejo Saab amarillo sea manual y carezca de navegador a bordo, por lo que se convierte en la chófer de Kafuku.
Drive my Car o cómo transformar un relato de apenas cuarenta páginas en una película de tres horas. Eso hace Ryûsuke Hamaguchi y aquellos que se duerman con el film dirán que estaba claro que tenía que ser algo aburrido estirar una historia de esa manera.
Sin embargo, como tantas cosas en la vida, esto es matizable.
Aunque es cierto que la esencia del relato se mantiene, por el resumen que he hecho del libro, quienes vean o hayan visto la película podrán notar que algunas cosas cambian y no es la principal el color del automóvil, un protagonista más de la película, por cierto. Una de las cosas que alarga la película, son los silencios, que cobran especial relevancia en algunos momentos y otro, primordial, es que se entremezclan muchos pasajes de los ensayos de la obra de Chéjov que van a representar y en los que podemos contemplar aspectos interesantes de cómo se hace un casting o cómo se llevan a cabo los ensayos. A mí me ha gustado especialmente la forma en que se va a trasladar el texto del autor ruso a las tablas, con actores que hablarán en la lengua que dominan, así, no todos hablarán en japonés, incluso una de las actrices, un personaje realmente entrañable, es muda y hará su papel expresándose en lenguaje de signos coreano, algo inimaginable en otros tiempos, pero con la tecnología actual, perfectamente viable.
Una historia que nos habla de memoria, perdón, amor y culpa, que fluye entre diálogos, silencios, recuerdos y miradas de dos personajes que nos fascinan.
El reparto hace un excelente trabajo, y la dirección resulta brillante, aprovechando los recursos que ofrece la fotografía, el sonido y los espacios para que sirvan de lenguaje sin necesidad de recurrir a movimientos llamativos.
Un film que doy por descontado que aburrirá a mucha gente, pero que logra captar los sentimientos de los personajes e integrar maravillosamente la obra teatral y sus ensayos en el discurrir general del relato, manejando con soltura el tiempo y logrando transformar la historia para convertirla en el mejor relato visual posible de la misma.
La misma contundencia que te lleva a afirmar que aburrirá a mucha gente me sugiere a mí que probablemente se trata de una película como mínimo interesante.
ResponderEliminarPara mí, muy interesante, lo siento por aquellos a quienes no guste, pero tiene muchos momentos para disfrutar.
EliminarTres horas. Supongo que recorrerán la isla varias veces. Conozco gente que tiene ese trabajo, y me cuentan historias que darían para varias pelílculas.
ResponderEliminarUn conductor puede convertirse en un confidente, de hecho, sucede bastante a menudo.
EliminarUna película curiosa y también muy interesante, con momentos de gran intensidad.
ResponderEliminarEn efecto, tiene sus momentos.
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