Omar (Amir El-Masry) es un músico sirio, nieto de un famoso intérprete de laúd, que escapó de la guerra y ahora está separado de su familia: sus padres están en Turquía esperando que los traiga al Reino Unido; su hermano se quedó en Siria para luchar, y nadie ha sabido nada de él. Vive en una pequeña casa con un afgano, Afghan Farhad (Vikash Bhai) y los hermanos nigerianos Wasef y Abedi (Ola Orebiyi y Kwabena Ansah) (en realidad se hacen pasar por hermanos, pero no lo son y uno de ellos es de Ghana), todos ellos solicitantes de asilo atrapados en una remota isla de las Hébridas, aislados y sin posibilidad de entrar en ningún otro lugar del Reino Unido hasta que se resuelvan sus demandas. Pasan sus días asistiendo a seminarios de inmersión cultural sin sentido y esperando que llegue el correo, con la esperanza de recibir la carta que diga que han sido aceptados como refugiados. No pueden trabajar y tienen dinero sólo para las necesidades más básicas. Su único entretenimiento es una caja de DVD pirateados de la serie Friends.
Omar habla inglés y ante la situación de guerra que vive su país, decide probar fortuna yendo a Londres, pero, como tantos otros en situaciones similares, no lo tendrá fácil, ni siquiera ha llegado a la capital Británica y no sabe cuándo lo hará, ni siquiera si llegará a hacerlo algún día.
El título de la película no ofrece dudas, los refugiados que están en la isla, se hallan en un limbo, no son nada mientras están allí esperando que la máquina burocrática decida si entran en el país o son deportados. Su compañero afgano habla de que lleva allí cerca de tres años, esperando, sin hacer nada, sin poder trabajar, porque si lo hacen en la factoría de pescado que hay cerca de donde están asilados, la policía acaba deteniéndoles como trabajadores ilegales, así que la monotonía y la ociosidad forzada, contribuyen a la desesperanza.
El drama humano, siempre presente, está tratado durante buena parte del film con un tono de comedia que explica su realizador y guionista, el escocés Ben Sharrock, al comentar que cuando ha estado en contacto con grupos de inmigrantes en situaciones similares a las de los personajes del film, ha observado, no sin sorpresa, pero con admiración, que, muchos de ellos, llevan su peculiar circunstancia sin perder el sentido del humor.
Hay algunos críticos que señalan que el film se va por las ramas y que esa pátina humorística disfraza el drama. Yo no lo creo así, vemos una muerte y no es una muerte dulce precisamente, es por frío y el personaje que fallece está solo y desamparado tratando de huír de la policía para no ser deportado, lo que ocurre es que la película no se pone triste ni melodramática, pero sí dura y realista. Pienso que refleja bastante bien lo que les ocurre a estas personas.
Sí a los nacionales nos resulta arduo luchar contra la burocracia, los desprovistos de papeles se deben ver totalmente desbordados.
ResponderEliminarEste es un tema que daría mucho para hablar. A los llamados inmigrantes ilegales, no les podemos echar, entre otras cosas porque difícilmente les admitirían de nuevo en sus países de origen, pero no les damos papeles, dejándolos en ese limbo a que alude el título, como si con eso solucionáramos algo.
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