Andrew Wyke (Laurence Olivier) es un rico y divertido autor de novelas de misterio. Amante de los juegos y los rompecabezas, Andrew vive en una finca grande y aislada en la Inglaterra rural. Invita a Milo Tindle (Michael Caine) a una visita para charlar. Milo es el amante de la esposa de Andrew, Marguerite, proviene de una familia de inmigrantes (su padre es italiano) y es dueño de un par de salones de peluquería, mientras intenta abrirse camino en la escala social de Inglaterra. Andrew apenas puede ocultar su desdén por la indignidad de Milo como rival por el afecto de Marguerite, pero piensa hacerle una proposición que podría beneficiar a ambos. Se trata del falso robo de la colección de joyas de Andrew, valorada en 250.000 libras esterlinas. Milo robaría las joyas y podría llevarse a Maggie (una mujer de gustos caros), con él y Andrew reclamaría el dinero al seguro, podría librarse de su esposa e irse con su joven novia. Pero el plan de Andrew contiene un giro inesperado. El inspector Doppler llega a la propiedad de Andrew para investigar la repentina desaparición de Milo.
La película se basa una obra teatral del mismo título de Anthony Shaffer que es también el autor del guión del film. La obra original se estrenó en Broadway el 12 de noviembre de 1970 y ganó el Tony en 1971 a la mejor obra teatral.
En el remake de este film de 2007, Michael Caine desempeña el papel que hace aquí Lawrence Olivier y Kenneth Branagh, el de Michael Caine.
La obra teatral en que se basa, igual que la película, pues ésta es muy teatral, plantea la confrontación de clases a través de las figuras de los dos protagonistas. Milo es un cockney, hijo de un relojero, inmigrante, que se arruinó en su negocio y que apenas pudo dar estudios a su hijo, cuyos negocios tampoco andan muy boyantes. Su resentimiento contra las clases superiores, sobre todo con aquellos que se encontraron todo hecho en la vida, es patente. Andrew, por el contrario, representa todo aquello que odia Milo y, a su vez, es un tipo que menosprecia a quienes están debajo en la escala social. El hecho de que un don nadie sea quien se vaya a llevar a su esposa, a la que, no solo no ama, sino que quiere deshacerse de ella, despierta en él un sentido de la posesión que viene dado únicamente, por ese menosprecio al que considera inferior, por puro orgullo, no soporta verse relegado por quien considera un advenedizo.
Y eso es lo que desarrolla la película mediante macabros e ingeniosos juegos que buscan aplastar y humillar al contendiente. Tampoco es que el guión sea descollante, es cierto que tiene momentos muy buenos, pero en otros es como si estirara demasiado las situaciones que, en algunos momentos, se tornan obvias e incluso pesadas y reiterativas.
De cualquier modo, el mejor valor de la película es el duelo entre dos grandes de la pantalla, unas actuaciones impecables y de una altura difícilmente superable, de otro modo no se explica que uno pudiera soportar una película de más de dos horas con solo dos actores en pantalla.
El trabajo del dúo protagonista ejemplifica eso que generalmente suele llamarse un "tour de force". La película, exquisita en todos los sentidos, supuso además un broche genial en la carrera de su director.
ResponderEliminarPues si, una excelente forma de rubricar una carrera cinematográfica.
EliminarMagnífico filme. No puede gustarme más. Michael y Laurence, maravillosos en sus interpretaciones.
ResponderEliminarDos auténticos gigantes de la pantalla.
EliminarYo creo que el guión es bastante hábil. El reparto es sin duda lo mejor; y cabe añadir que reserva alguna sorpresa. Pero mejor no hacer espóilers.
ResponderEliminarSaludos.
Tal vez un poco estiradas algunas de las situaciones.
EliminarQue tal Trecce!
ResponderEliminarUna de esas películas que vi de chaval y no entendí nada, luego con los años vuelves a ella y la redescubres con otros ojos. Por cierto, tuve ese poster durante años.
Saludos!
Es que para quien no aprecie las interpretaciones y el significado del juego que se traen entre manos, puede ser aburridísima.
EliminarPues como obra teatral, con menos recursos escénicos, puede resultar peor todavía.
ResponderEliminarNo creas, es un clásico de la escena y a día de hoy se siguen representando adaptaciones de la obra.
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