Un verano radiante en la Riviera francesa. Cécile (Jean Seberg), una adolescente difícil y malcriada, ve con disgusto la relación entre su padre, Raymond (David Niven), un viudo atractivo y playboy, y Ann (Deborah Kerr), su amante. El temor a perder el cariño de su padre y los celos que le inspira Ann, la llevarán a hacer todo lo posible para separarlos.
La película es una adaptación de la novela homónima de Françoise Sagan, escrita en 1953, cuando la escritora apenas tenía 18 años. Editado al año siguiente, la publicación del libro (todo un éxito de ventas, por cierto) se vio rodeada de una gran polémica a causa de la escabrosa temática que abordaba y de la juventud de la autora. Al parecer fue precisamente esta controversia lo que despertó el interés de Otto Preminger para llevarla a la pantalla.
Un mundo de lujo y despreocupación, en que los placeres y la diversión son los que ocupan las jornadas veraniegas de la protagonista. Ni siquiera el drama que vivimos en el desenlace del film acaba con este sentimiento de frivolidad que preside la vida de padre e hija que prefieren mirar para otro lado y continuar con su manera de vivir como si nada hubiera ocurrido, planeando dónde pasarán las siguientes vacaciones.
La historia es hipnótica, como lo es el personaje de Cécile y su indulgencia por los placeres de la vida y esa forma de comportarse deliberadamente irresponsable. Todo ello con el telón de fondo de los idílicos paisajes llenos de luz y colorido magníficamente plasmados en la película en las imágenes en color que sirven para retratar los flashbacks que recuerdan el verano, en contraste con las imágenes en blanco y negro que nos traen al presente. Un paisaje que invita a la indolencia y a dejarse llevar por el placer de los sentidos. A esa belleza de las imágenes hay que añadir el maravilloso diseño de vestuario de Hubert de Givenchy y los títulos de crédito de Saul Bass.
Una especie de retrato de la cultura predominante en el momento, al menos en ciertos ambientes económica y culturalmente por encima de la media, en que el consumismo, la relajación en las costumbres y el feminismo, comenzaban a tomar carta de naturaleza.
Me gustaría volver a ver esta película que no supe apreciar demasiado en su momento; quizás esperaba otra cosa, no lo sé.
ResponderEliminarTiene sus peculiaridades.
EliminarLa novela, desde luego, marcó una época. La película, en todo caso, aprovechó su tirón comercial.
ResponderEliminarPosee su encanto.
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