Oregon 1920. Otis "Cookie" Figowitz (John Magaro), viaja junto a un grupo de cazadores que le han contratado para que les haga la comida. El carácter delicado y tranquilo de Otis, choca con el ruidoso y agresivo de los cazadores a cada instante.
Una noche, se encuentra con King-Lu (Orion Lee), un misterioso inmigrante chino que huye de unos hombres que le persiguen por matar a un ruso. Cookie permite a Lu esconderse en su tienda por la noche y lo ve escapar a través del río al día siguiente, aunque se reunirán de nuevo, más tarde, en la choza de Lu. Entre ambos se irá forjando una creciente amistad en este ambiente hostil.
Basada en la novela The Half-Life de Jonathan Raymond, que escribe el guión junto a la realizadora Kelly Reichardt, quien a la vez también edita su film.
En línea a sus anteriores trabajos y en lo que ya se puede considerar como un sello propio de estilo, la realizadora estadounidense nos acerca un film que tiene algo de contemplativo, sobre todo en su primera mitad, escenas en las que el espectador puede detenerse simplemente a disfrutar de planos bien compuestos y muy detallistas como suele ser también típico en el cine de Reichardt. Son de esas secuencias en las que da la impresión de que no pasa nada y en realidad, lo que está ocurriendo es una larga presentación de los dos personajes protagonistas, del entorno y de su amistad, tratada con la sutileza con que suele hacerlo, en la que muchos ven su forma de hacer femenina, más que feminista, pues aunque personajes masculinos, son seres que tienen cierta fragilidad, alejados del estereotipo del pionero arrojado y valeroso y, aunque se enfrentan a peligros y a una cierta hostilidad del ambiente en que viven, lo hacen con la normalidad de personas corrientes, sin atisbo alguno de romanticismo y con tomas que huyen de la cosificación de los seres humanos que en ellas aparecen.
La segunda mitad de film, justo desde la aparición de la vaca, que se convierte en un personaje más de la película, se torna algo más dinámica, o esa es la sensación que nos da, quizá porque entra en juego la intriga sobre el desenlace del proyecto que acometen ambos amigos, una especie de metáfora sobre el sueño americano que, aunque nos resulta previsible, nos atrapa en su desarrollo.
En esta ocasión hay un detalle que cambia respecto a otras películas de la guionista y realizadora de Florida y es que en vez de diluirse la historia, el final nos queda bastante claro gracias a la escena que abre el film en la que nos queda explicado en qué acabó la aventura de aquellos dos atípicos seres.
Hola.
ResponderEliminarPues me gusta todo lo que dices, especialmente que esa escena que abre la peli explica que la aventura terminó, y también la metáfora del sueño americano.
Feliz día.
El cine de Kelly Reichardt es muy particular, hay a quien no le gusta, porque dicen que no ocurre nada, pero como yo digo, transcurre la vida, que no es poco.
EliminarEsta peli la tengo anotada en la lista de "ya la veré algún día de estos", jaja.
ResponderEliminarFuera de bromas, tras leer tu reseña le voy a dar prioridad.
Pues que la disfrutes... espero.
EliminarGracias. Ya te diré.
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