ANE

Lide (Patricia López Arnaiz) es una madre separada que vive en Vitoria. Tras unos altercados en el barrio debido a la expropiación de unas viviendas, Lide descubre que su hija adolescente, Ane (Jone Laspiur), no ha pasado la noche en casa. Decide comenzar a buscarla, junto a su ex-marido Fernando (Mikel Losada), y pronto se da cuenta que la adolescente con la que vive puede ser su hija, pero es también una completa desconocida.

Debut en la gran pantalla del joven realizador vasco David Pérez Sañudo, que adapta su propio corto homónimo de 2018. La protagonista del film y alrededor de la que gira la película es Lide, la madre de Ane, una mujer que trabaja como guarda de seguridad ene las obras del tren de alta velocidad, un proyecto que genera protestas sociales en las calles de la Euskadi de 2009 y que está convirtiendo la ciudad en un polvorín. 

Cuando vuelve a casa después de trabajar y tomarse unas copas, prepara el desayuno para dos, pero su hija adolescente no está. Al día siguiente, la chica sigue sin aparecer. Sin perder la calma, buscando entre las cosas de Ane, se irá dando cuenta de que su hija no es la persona que creía conocer. 

Mikel Losada y, sobre todo, Patricia López Arnaiz (galardonada con el Goya a la mejor interpretación femenina), los padres de Ane, con sus espléndidas interpretaciones, llevan el peso de una historia que fue rodada íntegramente en euskera.

Ambientada en los estertores de la violencia que asoló el País Vasco durante tantos años, aquello que se conoció como Kale borroka, los actos vandálicos perpetrados por jóvenes militantes o simpatizantes de la izquierda abertzale, lo que parece no acaba de convencer a algunos, pues he leído por ahí críticas que señalan esto como un tema manido, algo con lo que estoy en desacuerdo. Después de 50 años de silencios, unos cómplices y otros obligados por el propio miedo, poco me parece todo lo que se hable sobre este asunto. Al fin y al cabo, también los yankees siguen haciendo westerns, sin querer establecer comparaciones.

De cualquier modo, esto es solo atrezzo, el verdadero tema de la película es otro: el conflicto entre padres e hijos, entre la adolescencia rebelde y la madurez pragmática, entre una joven que ya tiene capacidad para tomar decisiones y unos padres que parece que no se enteran o no quieren enterarse de que su hija ya no es una niña y no saben como enfrentar la nueva situación.

Aunque ambientada en 2009, la historia es atemporal, al menos extrapolable a cualquiera de los años del último medio siglo y además del conflicto entre Ane y sus padres, sobre todo con su madre, observamos cosas que se dan entre los jóvenes de hoy y actitudes que responden a las que tienen sus padres, como por ejemplo echar la culpa otros de los comportamientos indeseados de sus hijos. Lide acusa a los profesores de haberla convertido en lo que es, algo que hacen muchos padres de hoy, como si la educación que ellos no les dan, tuvieran que dársela en la escuela. Echa la culpa a las compañías y le dice a su hija que no vuelva a ver a Iker (Erik Probanza), a quien considera una mala influencia. Habría que oír lo que opinan de Ane los padres de Iker. Y así podríamos seguir.

En fin, un asunto común a cualquier lugar del mundo, de nuestro mundo desarrollado, claro, porque en los países pobres, este invento de las sociedades ricas llamado adolescencia, se lo saltan, los niños pasan de la infancia a la edad adulta y muchas niñas de la edad de Ane, incluso más jóvenes, están casadas y es muy probable que sean madres y sus padres o abuelos, si han sido protegidos por los dioses y han llegado a los 50, ya son ancianos. Sus problemas son otros.

Por cierto, me encantó escuchar a Violeta Parra cantando "Volver a los 17". Esa escena, en la que madre e hija aparecen en el mismo plano pero a distintos niveles, juntas pero separadas, con la melodía de Violeta Parra de fondo, es para mi gusto, lo mejor de la película.