Un mal día, María José es víctima de un desgraciado accidente de tráfico y queda en coma irreversible. Ingresada en un centro sanitario a la espera de que la muerte real (ella ya está muerta en vida), se produzca, familiares, amigos y cuidadores, pasan por la habitación del hospital.
El narrador omnisciente de la novela nos adentra en las frustraciones, sueños por conseguir o definitivamente perdidos y otras situaciones que rodean a esos personajes y a la propia María José cuando aún estaba de manera consciente en este mundo.
Pilar, la madre, un ser amargado desde que su novio de juventud se marchó a Palma en busca de fortuna prometiendo regresar y allí se casó con una mitad sueca, mitad española, de buena fortuna; Paco, el padre de María José, enamorado de Pilar a la que ha aguantado desplantes y malas caras toda la vida; Marga, la amiga de María José, la única que de verdad la conocía; Joaquín, el marido de la muerta en vida, que no supo apreciar a la persona que tenía a su lado de forma incondicional, hasta que la perdió; Cleopatra, una cubana que saca horas que el día no tiene para limpiar casas y acompañar enfermos por la noche, con el fin de ahorrar y conseguir traer a España a su hija, a la que ha quedado con su abuela en La Habana, pero a la que no se decide nunca a traer con ella, porque sabe que, con tanto trabajo, tendría que quedar a la niña sola; y Goumba, un joven subsahariano que llegó a España en patera y que un día de lluvia patinó sobre una mancha de aceite en un charco y del golpe que se dio en la cabeza, ha quedado paralizado del cuello para abajo.
De todos ellos vamos conociendo detalles de sus vidas, sus inseguridades, sus frustraciones y anhelos, el dolor de algunos de ellos por no haber sabido disfrutar de las cosas buenas que la vida les proporcionó, ahora que ya es demasiado tarde.
Una novela de fracasos, de años perdidos, de sueños irrealizados, pero también de redención, la que Mari Jose, sin ella saberlo, traerá a la vida de toda esta gente que de repente se da cuenta de que la vida no es solo amargura y que hay que saber disfrutar de los momentos y las personas antes de que los reveses aparezcan.
Muy apropiada para épocas como esta que atravesamos en que algunos se han dado cuenta de cuanta importancia tienen las pequeñas cosas, justo cuando nos prohibido hacerlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario