Episodio que se sale de la norma en cuanto que no es exactamente continuación del anterior, pues para nada se cita a Salvador Monsalud, sino el que personaje central es Juan Bragas o Juan de Pipaón, como el gusta llamarse.
El protagonista es un cobista profesional, no duda en hacer la pelota y seguir el aire a quien sea con tal de conseguir subir algún peldaño en la escala social, incluso llega a jugar a dos barajas sin ningún tipo de escrúpulos, lo que le permite, en último término, llegar a formar parte de la camarilla más cercana al monarca.
Ambientada en el periodo absolutista que siguió al regreso de Fernando VII desde su exilio de Valençay y pasándose por el forro todos los avances que se habían conseguido con la Constitución Cádiz, para entrar en un periodo de regresión en cuanto a derechos y la vuelta definitiva al Antiguo Régimen, persiguiendo a cualquiera que resultara sospechoso de oponerse al nuevo gobierno.
Galdós demuestra una vez más su maestría pues todo el episodio está escrito en clave de doble sentido y los personajes que en él aparecen, todos cortesanos o deudos de altos cargos y que buscan su propio medro, no hacen otra cosa que ensalzar al rey, su munificencia, religiosidad, integridad y todas las loas que ustedes quieran imaginar, precisamente todo aquello de lo que careció el rey y su gobierno. Galdós establece una especie de burla continua y una crítica despiadada de aquel entorno en el que el trapicheo y el beneficio personal, eran la máxima, mientras el pueblo se daba de bruces con la realidad, pues "El Deseado" fue, a juicio de muchos historiadores, el peor monarca que ha tenido España en los últimos siglos.
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