Macario (Ignacio López Tarso), un aldeano sumamente pobre que tiene esposa y varios hijos, se dedica a vender leña en el pueblo. Harto de una vida de privaciones y apuros, manifiesta que su mayor anhelo es poder comerse él solo un pavo, sin tener que compartirlo con nadie. Su esposa, confidente de tan profundo deseo, un día roba uno de la granja de una familia rica. Cuando Macario se dispone a comérselo, el Diablo, Dios y la Muerte se le aparecen para pedirle que lo comparta.
Macario rechaza a los dos primeros, pero atiende la petición de la Muerte que, a cambio, le dará una botella de agua que le asegura la curación de cualquier enfermedad.
Pronto, Macario será más rico que el médico de la aldea, lo que llama la atención de la temida Inquisición.
Basada en un relato de Bruno Traven, autor de "El Tesoro de Sierra Madre", la película es un cuento moral con unas cuantas reflexiones filosóficas sobre la pobreza, el despotismo de los ricos para con los pobres, las creencias religiosas, la Inquisición y, sí, también sobre la muerte y su destacada y peculiar presencia en el folclore mexicano, retratadas en la película en las procesiones y fiestas del día de los muertos.
Uno de los fuertes del film es la magnífica fotografía de Gabriel Figueroa, de una gran belleza.
La película mantiene un cierto tono onírico y en algunos pasajes recuerda al realismo, al cine fantástico, a la etapa mexicana de Buñuel y lejanamente, al cine gótico y de terror.
La historia gira entorno al pobre Macario, un personaje con el que enseguida empatiza el espectador por su bondad y desprendimiento, un hombre hundido en la miseria de la que difícilmente podrá evadirse si no es por el inesperado giro que el destino da a su vida. Sin embargo, hay algo de determinismo en la historia que acaba devolviéndole a la posición que ocupaba al principio, si bien, todo parece no haber sido sino un sueño.
La magistral interpretación de Ignacio López Tarso, nos sumerge en las vivencias de este hombre dotado de un inmenso nivel de humanidad. La esposa del protagonista está interpretada por Pina Pellicer, la actriz mexicana a la que todos auguraban un gran futuro tras haber hecho su incursión en Hollywood en la única película que dirigió Marlon Brando, El rostro impenetrable. Mujer alejada del estereotipo de algunas divas del momento, poseía estudios universitarios y una gran cultura que unía a su angelical belleza. Sensible y frágil, nos dejó demasiado pronto al no hallar fuerzas para seguir viviendo.
Una película que, además de cuantas reflexiones puedan extraerse del relato, es también el reflejo de la sociedad mexicana de una época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario