Una mujer senegalesa, Diouana (Mbissine Thérèse Diop), una analfabeta, está ansiosa por encontrar una vida mejor para lo cual recorre los barrios residenciales de Dakar en busca de trabajo. Es contratada por una familia francesa de burgueses blancos. En principio, su trabajo va a consistir en cuidar a los niños, una responsabilidad que le satisface y parece que es tratada de manera amable por sus nuevos jefes. Para agradecerle esta situación que ella considera privilegiada, Diouana le ofrece una máscara tradicional a su jefa y, a petición de sus patrones, acepta con júbilo acompañarlos a Antibes, en el sur de Francia, pero una vez en allí, las cosas cambian y se verá en la obligación de realizar todas las tareas domésticas, reducida así a una simple criada sin ningún día de descanso.
Su esperanza de mejores tiempos se convierte en desilusión y cae en el aislamiento y la desesperación.
Diouana es una de tantas jóvenes que viven en un Senegal recién independizado de la metrópoli, vive en Dakar, la capital, un lugar especialmente influenciado por la colonización blanca, aún presente en muchos aspectos de la vida diaria y siente cierta fascinación por esa especie de paraíso prometido que es Francia, así que cuando sus patrones le ofrecen irse con ellos, no lo duda, sueña con recorrer las calles, comprar en las tiendas y tomar el sol en las playas de la Costa Azul. Pero quienes en la antigua colonia era una familia que vivía con cierto desahogo, en Francia no dejan de ser una de tantas familias de clase media, con lo suficiente para vivir bien, pero sin excesivos lujos, así que la muchacha negra pasa de ser una especie de baby sister, una niñera, a ser la criada de la casa, pero una criada con todas las desventajas del oficio, con un sueldo mezquino, una habitación en la que apenas cabe su cama, todas la tareas domésticas a sus espaldas y sin tiempo libre para ella que entiende el francés, pero apenas lo habla, fuera del oui monsieur o del oui madame, únicas palabras que le escuchamos pronunciar en voz alta durante su estancia en Francia, el resto son sus pensamientos que su propia voz en off nos transmite.
Tiene que aguantar las impertinencias de su jefa que, de regalarle los vestidos usados como hacía en Dakar, ha pasado a vocearla y llamarla haragana. De ser una más familia, de repente se ve como un mono de feria al que se enseña a las visitas que también la menosprecian y la tratan como a un ser inferior.
A pesar de todo, Diouana sigue soñando, se viste de punta en blanco, se pone collares y pendientes y usa zapatos de tacón, pero esto también es fuente de reproches, su ama le dice que a ver si se entera de una vez que es una simple criada, que se quite esos zapatos y que no se vista como si fuera a salir de fiesta, mientras le planta un delantal que ha comprado para ella.
Es el post-colonialismo, el fruto de una dominación occidental que dejó una semilla nefasta allí por donde pasó. Ellos quieren imitar la forma de vida de los blancos, pero nunca serán como sus antiguos dueños y su drama es que ya no son de aquí ni de allí.
Tras la sencillez del planteamiento, de los exigüos medios con que fue rodada, de lo limitado de las interpretaciones, está la demoledora lección de lo que vino tras la descolonización de la primera mitad del pasado siglo. Ousmane Sembene nos restriega en la cara la realidad que dejamos allí y la de quienes vienen desde la antiguas colonias a nuestro mundo occidental en busca de mejorar sus vidas y muchas veces, todo lo que reciben a cambio es menosprecio y unas migajas en forma de ayuda que sirven para tranquilizar conciencias. Y no digamos si su condición cultural es inferior a la nuestra, entonces el respeto por su dignidad como personas se ve en grave aprieto, cuando no, sencillamente son tenidos directamente como pobre infelices, inferiores a nosotros.
La película es de 1966, pero en algunas cosas, apenas hemos cambiado.
Una obra maestra, la mejor película de Sembene. Muy recomendable porque, como bien dices, se mantiene totalmente de actualidad.
ResponderEliminarCon que poco, a veces se hacen cosas maravillosas.
EliminarQué historia tan triste!..Aunque al parecer, la máscara tiene alguna relevancia en el filme...Pero de verla...No sé...Acuérdate que soy un emigrante y necesito buenas noticias.
ResponderEliminarPues esta es muy triste y acaba mal, así que quizá no sea lo más recomendable para ti.
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