A lo largo de toda Francia, Agnès Varda se reunió con espigadores y recolectores, coleccionistas y buscadores. Por necesidad, oportunidad o elección, estas personas están en contacto con lo que otros desechan, los restos. Su universo es sorprendente. Estamos lejos de los espigadores del pasado, que recogieron los restos de las cosechas de cereales, tubérculos y otros productos de la tierra, hoy encontramos en los alrededores de las grandes y pequeñas superficies patatas, manzanas y otros alimentos arrojados, objetos sin dueño y relojes sin agujas, estas son las espigas de nuestro tiempo que más gente de la que parece va espigando y recogiendo para comer o para darle otro uso que el ser arrojado como desperdicio pura y simplemente. Pero Agnès también es la cosechadora del título y su documental es subjetivo. La curiosidad no tiene edad.
La realizadora filmó Los espigadores y la espigadora en 2000 y dos años después vuelve a entrevistar a algunas de aquellas personas y a recorrer los mismo lugares que filmó dos años atrás.
Varda, que proviene del mundo de la fotografía, explora las variantes que ofrecen las imágenes en movimiento, todas las posibilidades que ofrecen y todas sus fantasías y, como lo que ven sus ojos, a veces no es suficiente, inventa formas que le pertenecen a ella y que comparte con nosotros.
Al comienzo del film, en apenas tres minutos, vemos a cámara superrápida, el documental original, del que esta película es secuela o segunda parte.
Varda nos habla de los premios que ha recibido, pero a lo que verdaderamente da importancia es a los cientos de cartas y comunicaciones que ha recibido en este tiempo de personas absolutamente desconocidas para ella y a las que el film a servido como fuente de inspiración o que, simplemente, le muestran su agradecimiento por haberlo hecho. También se entrevista con algunas de ellas.
La verdad es que esta especie de segunda parte de Los espigadores y la espigadora, no aporta demasiado a lo que ya nos había trasladado su realizadora en la primera parte, se limita a hacer una especie de recordatorio de las inquietudes que expresaba en el mismo y se da una especie de autobombo sobre las consecuencias que tuvo, así que, pienso yo, se lo podía haber ahorrado, porque lo que tenía que decir estaba dicho, con originalidad y sabiendo llegar al corazón de aquellos a quienes va destinado. Con este segundo, apenas aporta algo y con esa autopromoción que hace, enturbia un tanto el mensaje.
Es más de lo mismo, pero se pueden ver los dos documentales seguidos. El resultado es bastante bueno.
ResponderEliminarSigo pensando que con el primero ya estaba bien, pero bueno tampoco voy a ponerme drástico.
EliminarEl viernes 29 de marzo de 2019, falleció Agnès Varda a los 90 años de edad. Descanse en paz la prolífica y estupenda artista, precursora de la llamada Nouvelle Vague.
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