jueves, 17 de enero de 2019

COLD WAR

Polonia, años 50, en plena Guerra Fría, aquellos días en los que en el Bloque del Este, en Europa, Stalin era el único dios al que no solo se podía, sino se debía alabar y glorificar. Unos momentos de ausencia de libertad, persecuciones políticas, espionajes y censura cuya existencia se alargó por décadas. Miles, millones de vidas fueron dirigidas, modificadas, falseadas y hasta sacrificadas. El terror y el pensamiento único invadieron cualquier ámbito, sin que existiera pared o muro impoluto. Todas las barreras estaban formadas por demasiados agujeros que aunque no se podían atravesar, sí que permitían investigar y atisbar lo que sucedía al otro lado.
En un país marcado por las heridas sufridas en la II Guerra Mundial, las nuevas autoridades comunistas promocionarán la creación de un grupo de músicos que, a través del folklore local, intentará llevar algo de alegría a los camaradas polacos, y de paso transmitir mensajes de alabanza sobre el camarada Stalin. Wiktor (Tomasz Kot) es un pianista que forma parte de este grupo coral. Será entonces cuando Wiktor se enamore de Zula (Joana Kulig) y juntos vivan un bello romance, que irá yendo y viniendo a lo largo de más de una década, entre Oriente y Occidente, donde suena el jazz y empieza a reinar el rock'n'roll.
La historia que se inicia en Varsovia, en una especie de internado creado por el régimen comunista, en el que se conocen los dos protagonistas, se torna en una historia viajera sobre la búsqueda del amor imposible, que va saltando por París, Yugoslavia y Berlín.
La turbulenta relación entre los dos protagonistas, se inspira en la de los propios padres del director, que se separaron y volvieron a reunirse en un par de ocasiones y se mudaron de un país a otro.


De una factura técnica exquisita, es una de esas películas que se suelen calificar como cine de autor y que no dan mucho juego en las salas comerciales, pues el público al que van dirigidas requiere determinado perfil que no casa con el cine que nos suelen ofrecer los trabajos que llegan a la gran mayoría en general.


Cold War es una historia de amor y desamor, de continuos desencuentros y reencuentros en el que dos personajes con una personalidades básicamente independientes, no encuentran, sin embargo, la manera de llegar a olvidarse uno del otro.
Con el fondo de la situación que se vivió en los países de la órbita soviética, que queda bastante bien retratado en pocas secuencias, aunque sin profundizar demasiado en ello.
Narración romántica con un punto de originalidad, algunas secuencias realmente valiosas y un arranque que recuerda al cine documental y que resulta muy llamativo.




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