lunes, 17 de diciembre de 2018

NAPOLEÓN DYNAMITE

La familia Dynamite es un tanto peculiar. Los dos hermanos, Napoleón (Jon Heder) y Kip (Aaron Ruell), que tiene 32 años, viven en Preston (Idaho) con su abuela (Sandy Martin), que tiene como mascota una llama que deambula por una zona de césped vallada junto a la casa.
La abuela, que se ha ido a pasar un fin de semana con su novio a las dunas del desierto, sufre un accidente cuando saltaba las dunas con un quad y se ha roto el coxis, por lo que pide al tío Rico (Jon Gries), que pase unos días en la casa con Napoleón y Kip, ya que alberga dudas sobre si estos serán capaces de cuidar de sí mismos.
Este último es un apasionado de la tecnología y de todo lo que tiene que ver con ella, aunque últimamente no hace nada, pues pasa la mayor parte del tiempo hablando por internet con Lafawnduh (Shondrella Avery), una joven a la que ha conocido en una sala de chat y que irá a visitarlo a su casa.
El tío Rico que, en cierto modo, viene a entorpecer la rutina familiar, vive en una autocaravana pintada de color naranja y se dedica a vender a domicilio artículos de lo más variopinto.
Napoleón aún va al instituto, es un chico diferente, de los considerados raros, con dificultades para socializar con el resto de alumnos y al que las chicas apenas hacen caso, ni siquiera para reírse de él, mientras inventa constantemente fantásticas historias sobre sí mismo y asume una actitud huraña y distante.
Al instituto llega un nuevo alumno, Pedro (Efren Ramirez), un joven mexicano. Napoleón y Pedro se hacen amigos y cuando este último presenta su candidatura para presidente de la escuela, Napoleón se implica en la campaña de manera absoluta para conseguir que su amigo logre su sueño.


La película vuelve del revés los clásicos planteamientos de las películas de adolescentes. Aquí hay animadoras y matones, los pasillos tienen las clásicas taquillas, los muchachos de más éxito se dedican al deporte y hay un baile de fin de curso, pero todo ello está tratado de un modo que evita los estereotipos para acercarnos a unos personajes que nos resultan cercanos, algunos de ellos, precisamente, por lo estrambótico de sus actitudes.


Napoleón es un tipo raro, acorde con la familia en que vive, puede parecernos, en muchos momentos, un completo imbécil. Pero ¿quienes son los normales?, ¿el matón del instituto que le golpea la cabeza contra las taquillas?...


Una película que hay que ver como una especie boutade en tono humorístico sobre esas personas "diferentes" que nos rodean, con un planteamiento muy original y que solamente podrá disfrutarse si la contemplamos con esos ojos.
Se agradece que hasta las escenas de cierto romanticismo huyan de las clásicas de estas películas sobre jóvenes en que parece que no para de picarles la entrepierna.
Para quienes no la hayan visto, advertir que hay que esperar a que acaben los títulos de crédito, porque tiene propina final.




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