Transcurre durante los últimos meses de la Guerra Civil y narra las diversas peripecias de Juan Castro (Mario Casas), un cabo acemilero que lucha en el bando nacional en el frente de Peñarroya (Córdoba).
Una tarde, Juan encuentra una mula extraviada en medio del campo de batalla y decide hacerla pasar desapercibida, con intención de quedársela al final de la guerra. Le pone de nombre Valentina. Su amigo de infancia, el Chato (Secun de la Rosa), será su cómplice.
A través de la figura de Juan Castro, más preocupado por sus avances en el terreno amoroso que por la progresión del enemigo, se nos ofrece una visión insólita de la guerra civil.
La mula es una de esas películas malditas, por mor de los problemas que surgieron cuando apenas quedaba una semana para acabar el rodaje, un complicado embrollo en el que una parte culpa a la otra y viceversa. La productora -Gheko Films propiedad de Alejandra Frade, hija del mítico José Frade- asegura que Michael Radford, el realizador del film, incumplió sus compromisos financieros con la parte española del filme -porque «La mula» es una coproducción entre España, Reino Unido e Irlanda-; el cineasta alega que Frade se negó a firmar los contratos de coproducción que permitirían a la parte británica desbloquear las ayudas públicas a las que tiene derecho en su país, lo que le impide pagar; el ministerio de Cultura, ante aquel desaguisado, bloqueó la concesión de la licencia de exhibición para la película.
Al final fue estrenada en el Festival de Málaga no sin controversia derivada de esta peculiar situación. Es la primera cinta en años que cuenta la Guerra Civil desde las filas del bando nacional y se basa en una novela de Manuel Eslava Galán, coguionista del film. La historia del mulero Juan Castro es un homenaje al padre de Eslava Galán.
En general, es una película un tanto decepcionante, con una buena idea de fondo que no sabe desarrollar para sacarle todo el potencial que encierra. Por un lado quiere ser una cierta desmitificación de cualquier heroísmo en el campo de batalla, relatando el día a día de los soldados con un cierto toque de humor, que no acaba de asentarse nunca; por otro, quiere estar lejos de unos y otros, pero durante todo el film está dejando caer ciertos mensajes, como de disculpa, por medio de los cuales se decanta claramente de parte de uno de los dos bandos.
Hay quien hace comparaciones con La vaquilla de Berlanga. Absténganse, no hay comparación, siempre saldrá perdiendo esta.
La mula es una denuncia de la guerra -la peor parte siempre se la llevan los mismos- y pone en evidencia las artimañas de los poderosos. Pero, en medio del fragor de las balas y los discursos solemnes, hay espacio para el humor, el amor y, cómo no podría ser de otra manera en una historia de guerra, para la camaradería y la solidaridad entre soldados.
Lo mejor, las localizaciones.
Entonces es mejor tratar de ver LA VAQUILLA y omitir esta ¿no te parece?
ResponderEliminarAmbas tienen un tema bastante parecido, pero mi opinión es que es mucho mejor película "La vaquilla".
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