Santo Domingo (República Dominicana), 1992. Urania Cabral (Isabella Rossellini) regresa a su ciudad natal. Apenas reconoce al viejo calvo que tiene la mirada perdida, mudo e inmóvil, casi inerte. Es su padre, Agustín Cabral (Paul Freeman), alias "Cerebrito", Presidente del Senado y mano derecha del dictador Trujillo durante muchos, muchos años. Hasta que cayó en desgracia. Pero de aquello ha pasado mucho tiempo. Todo ello lo recuerda Urania 30 años después. Se lo cuenta a su tía y a sus primas, que no entienden por qué ha estado tanto tiempo sin venir a verlos, a ellas y a su propio padre. Finalmente, ella confesará el terrible secreto que la llevó a alejarse para siempre de su hogar y su familia, un secreto que destrozó su vida para siempre. La historia es también la de unos hombres que dieron su vida para acabar con una de las tiranías más sangrientas de la historia reciente de América Latina. Su epopeya y la de Urania se entrelazan en un intenso caleidoscopio de amor, odio, muerte y violencia.
El film se adentra en este periodo oscuro de la historia dominicana en el que Rafael Leonidas Trujillo Molina (Tomas Milian), el benefactor, el generalísimo, o el doctor, encabezó el gobierno dominicano por más de tres décadas (en algunas ocasiones algún pelele ocupaba el cargo ornamental de presidente de la república siendo él, el poder tras el trono). Gobernó de una manera déspota y con mano rígida, y la mayoría de veces cruel e inhumana. Todos a su alrededor actuaban de manera servil ante la imponente figura de Trujillo, que más que respeto provocaba miedo, un miedo visceral y al que pocos podían sostenerle la mirada. Testigos mudos de este terror son los cientos de muertos y desaparecidos bajo sus órdenes. Jhonny Abbes (Shawn Elliott), jefe del servicio de inteligencia militar es su mano derecha y su más cruel miembro para impartir una sucia "justicia".
Coproducción hispano-británica, cuyo guión se basa en la novela homónima de Mario Vargas Llosa. El film está dirigido por Luis Llosa, primo del novelista.
La adaptación se centra en explicarnos los motivos por los que cada uno de los conjurados se comprometen en intentar asesinar al dictador. Amadito García Guerrero (Juan Diego Botto), militar muy cercano al presidente, al que un día el dictador obliga a abandonar a su prometida porque su hermano es desafecto al régimen; Antonio de la Maza (David Zayas), que ve cómo a su hermano Tavito (José Guillermo Cortines), acérrimo trujillista, le sacrifican montándole un falso suicidio, para salvar la cara del dictador frente al gobierno norteamericano; el almirante Viñas (Steven Bauer), a quien Trujillo humilla en público, anunciando en una comida de las fuerzas armadas que se tira a su esposa... Y así todos. Y en medio, o al mismo tiempo, la tragedia que soporta Uranita (Stephanie Leonidas), de la que nunca en la vida se recupera.
Se pierden muchos matices, entre otros, las relaciones de amor/odio de Trujillo con los distintos gobiernos norteamericanos o la profunda sensación de miedo, de terror incluso, que viven los que caen en desgracia frente al presidente. Pero para quien no haya leído la espléndida novela de Vargas Llosa, queda bastante clara la inmoralidad de este personaje que, como tantos otros dictadores que en el mundo han sido y son, se creen por encima de cualquier ley divina o humana, imbuídos de un mesianismo que les lleva a convencerse de que el fin justifica los medios, cuando esos medios dependen tanto de ese fin que no es otro que salvar a la patria y, no lo olvidemos, la patria son ellos y sus locuras megalómanas y mesiánicas cuyo fruto no es otro que destrozar vidas y familias y segar vidas humanas.
Todos los dictadores que han muerto, y los que deberían morir, tendrían que hacerlo de la forma más cruel y canalla que exista, por el daño tan atroz que han causado a la humanidad. Y todavía ha habido países, que a estos criminales le han dado asilo político. Estos para mí, sin haber cometido genocidio alguno, todavía son peores.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Los seres humanos somos bien complejos. Gente como esta y otros que bien cercanos tenemos, recibieron despedidas multitudinarias en sus entierros a pesar de todas sus tropelías.
EliminarNo he visto la película pero si he leído el libro. Es una sucesión de barbaridades que la pluma de Llosa hace totalmente creíbles. Lo del "menú" carcelario todavía no lo he podido olvidar.
ResponderEliminarAunque la adaptación está bien y, para quien no conozca la historia de lo ocurrido, le sirve, al menos para interesarse por ella, se pierden muchos detalles de los que nos relata el libro.
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