miércoles, 22 de noviembre de 2017

BAJO LAS ESTRELLAS

Benito Lacunza (Alberto San Juan), el típico vividor de treinta y muchos años, que tiene una existencia desastrosa, y que trata de sobrevivir como camarero ocasional y como trompetista de jazz, un holgazán que en realidad se dedica a vivir la vida sin preocuparse excesivamente de lo que pueda ocurrir maña, regresa por unos días a su pueblo natal, Estella, en Navarra, tras enterarse de que su padre está a punto de morir. Allí se reencuentra con su hermano Lalo (Julián Villagrán), un buenazo al que apodan ‘el Hierros’, por la afición que llena sus días, pues se dedica a construir estrambóticas esculturas metálicas con chatarra.
Benito descubre, no sin sorpresa, que su hermano se ha echado novia. Benito la conoce de sus juergas adolescentes: es Nines (Emma Suárez), una madre soltera castigada por la vida y sin muchos horizontes vitales. Benito se propone impedir que Lalo caiga en semejante trampa, ya que planean casarse, pero sus planes se derrumban cuando conoce a la hija de Nines, Ainara (Violeta Rodríguez), una niña introvertida, rebelde y fumadora precoz, con quien Benito entabla una insólita amistad, estableciendo una relación casi paternofilial que, en cierta medida, le hace evolucionar como persona.


Adaptación de la novela ‘El trompetista del Utopía’, de Fernando Aramburu, que, en su momento se llevó un buen número de premios en el Festival de Málaga, y de los más importantes.


El film incluye algunos pasajes de costumbrismo rural y el mundo que nos pinta es el de una Navarra de paisajes bellos y luminosos, pero no idílicos, pues los mezcla con edificios industriales y aguas contaminadas, dando la imagen de una tierra que forja hombres y caracteres duros.
Estupenda actuación de Alberto San Juan que sabe sacar  partido a su papel, el de un pícaro bastante impresentable, pero que cae simpático.
Es una película de personajes estrafalarios, que viven fuera de lugar y que parece que necesitan apoyarse en alguien para salir adelante, aunque resultan bastante insufribles.
Digna de mención la parte técnica en la que Viscarret nos muestra, por un lado, conocimiento y cierto dominio y, por otro, aporta frescura al relato, si bien es cierto que en ocasiones puede dar la sensación de que abusa de algunos movimientos de cámara o de los intencionados desenfoques. La aparente falta de planificación es un recurso del director para acercarnos a los personajes.
Sabemos cual es el pensamiento de Aramburu respecto del llamado conflicto vasco y la película recoge este sentir de forma tangencial, sin profundizar en él. En un par de escenas queda reflejada la sinrazón del mismo, cuando a Benito, borracho, se le ocurre despotricar contra la violencia terrorista, algo que en una determinada época (no sé cómo estarán las cosas ahora), era jugársela cuando lo hacías, como él, en una tasca navarra, durante las fiestas del pueblo y ante una pandilla de mozos. Por supuesto, estos pueblerinos, que es lo que son, en el peor sentido del término, le arrean una buena zurra al insensato.
La trama no es muy original que digamos, pero la película se hace entrañable y destila una prometedora calidad para ser una ópera prima.





4 comentarios:

  1. No la he visto Trecce, pero informado quedo.

    Salud

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  2. Parece una película interesante y muy cercana a los ambientes en que vivo yo.
    Me habria gustado verla.

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    Respuestas
    1. La historia central es universal, en el sentido de que podría desarrollarse en cualquier lugar, salvo por la escena de la taberna que comento y por los paisajes, que esos sí son esencia de Navarra.

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