José Ignacio Fernández de Carranza y Delgado, fue Jefe Nacional de la Organización Juvenil Española en dos etapas diferentes, desde 1972 hasta 1976 y desde 1978 hasta 2012. Con anterioridad, siempre desde el nacimiento de la misma, ostentó cargos de Dirigente en ella, por lo que pocos mejor que él, si los hubiere, podrían narrar los avatares y vicisitudes de la OJE en sus 50 años largos de existencia.
Confieso que me enfrentaba al libro cargado de prevenciones, pero he de reconocer que José Ignacio nos entrega una historia certera, realista y en la que, además de los logros de la Organización, no elude hablar de los asuntos más controvertidos referentes a la misma y lo hace sin esconderse, ni esconder lo que fue público y notorio y algunas cosas que no lo fueron tanto.
Por más que se piense que, en uno u otro momento, buena parte de la juventud de España perteneció a la OJE a partir de su creación en 1960, hay un dato objetivo que viene a poner en tela de juicio esta creencia: Entre 1960 y 2017, cuarenta millones de jóvenes españoles han estado o están en edad de pertenecer a ella, pero unicamente 700.000 lo han estado, con lo que escasamente un 1,5 % de españoles han pasado por sus filas. Es cierto que estos datos son un poco engañosos, porque supongo que entre 1960 y 1976, el porcentaje sería algo mayor, pero no mucho, con lo que la primera consecuencia que se extrae de los fríos números es que la presencia de la OJE en la vida pública fue bastante más intensa que lo que correspondía a su número de afiliados.
Aunque su nacimiento oficial tiene fecha, el 18 de julio de 1960, en que fueron publicados sus estatutos en el BOE, el nacimiento de la Organización se venía gestando, al menos, desde un lustro antes, cuando un hombre clarividente, Jesús López Cancio, entre los recelos de la vieja guardia del Régimen y los comentarios poco edificantes del sector reformista del mismo, este hombre, que sustituyó al mítico José Antonio Elola Olaso como delegado nacional del Frente de Juventudes, vio la necesidad de acomodar a los nuevos tiempos, las ya obsoletas Falanges Juveniles de Franco.
Tomando cosas de los movimientos scouts, pero sin renunciar a una serie de postulados que se presumían necesarios, vio la luz la nueva Organización, despojada de una parte del lastre del pasado, pero heredera directa de él e innegablemente integrada en el sistema político vigente.
Hasta que el 1 de abril de 1977, desaparece todo el aparato formal, jurídico y patrimonial de Movimiento Nacional y con él, la Secretaría General del Movimiento y, por ende, la Delegación Nacional de la Juventud, soporte legal de la OJE. Cuando unos y otros se debatían entre el ser o no ser, entre el continuísmo o la ruptura y muchos optaron por el llamado consenso, aunque buena parte lo hiciera de manera interesada, como se ha visto más adelante, una parte de lo que quedó de la OJE, apostó por continuar la obra iniciada adaptada a la nueva realidad, sin ataduras, subordinaciones, tutores o padrinos, totalmente alejada de la contienda partidista. Aquello devino en unos años durísimos, sometidos a presión de políticos sectarios, por un lado y al abandono del barco de antiguos dirigentes y afiliados que entraron en las nuevas formaciones políticas en espera de las migajas con que algunos fueron recompensados por su, en ocasiones, milagrosa conversión a demócratas de toda la vida. Desde la izquierda el acoso, desde la derecha se vuelva la cabeza por no querer ver a esos jóvenes molestos que vienen a recordar el pasado inmediato de unos y otros que, en buena parte, se habían formado en las filas de la OJE. La torpeza, el revanchismo y el sectarismo de algunos políticos obligó a quienes quedaron a dedicar gran parte de sus energías a la lucha por la supervivencia y a no pensar sino en el mañana inmediato.
Pasados aquellos no tan lejanos 80 y buena parte de los noventa, la OJE consiguió consolidarse en muchos lugares de nuestra Patria, desde Canarias hasta Ferrol, desde Baleares a Salamanca, pese a la sorpresa de muchos, que la dan por desaparecida, olvidada y enterrada, la Organización sigue en su tarea, es cierto que de manera humilde y con muchos menos medios que antaño, pero quizá con más entusiasmo que nunca, en su empeño de formación de jóvenes a través de actividades de tiempo libre, campamentos y tareas solidarias, liberada totalmente de ataduras políticas, pero sin esconder lo que un día fueron, al contrario de otros que han borrado su pasado, la gente de la OJE está orgullosa de su ayer en el que muchas veces fue utilizada como escaparate y con fines interesados.
En una época en la que ciertas cosas no se llevan, la actual Organización Juvenil Española, totalmente sometida al respeto a la Constitución, como rezan sus estatutos (aprobados el 21 de noviembre de 1977, más de un año antes de que la Carta Magna fuera refrendada por los españoles), adecuada a la irrenunciable senda de los tiempos, en los que la democracia y la libertad deben ser patrimonio de todos y no de unos pocos, sigue fiel a algunos principio, ademas de los citados, que parece no gustan tanto, como si las palabras Patria, España, Justicia, Trabajo, Sacrificio, Capacidad, Entrega... fueran poco menos que pecaminosas.
Aceptada en organismos juveniles internacionales, de los que es miembro de pleno derecho, aún hoy, tanto tiempo después, sin que cupiera que nadie le exigiera tener que demostrar nada, porque de sobra ha demostrado que no quiere otra cosa que formar a los jóvenes que voluntariamente lo demanden en valores que están lejos del sectarismo, alejada de cualquier vínculo político, aún hoy, decimos por aquello tan español (así nos va el pelo a veces), de no reconocer lo bueno que puedan hacer otros, cuando no de un revanchismo trasnochado, la OJE, cuando cree que esas rencillas están superadas, se encuentra con la patada que no se atrevieron en dar en vida Franco y se la dan ahora a una Organización que, repito, sin renunciar a sus orígenes, ha demostrado de sobra que se ha adaptado a los nuevos tiempos.
Podrían contar unas cuantas anécdotas tan verídicas como vergonzosas, que José Ignacio cita en su libro, pero sería un tanto prolijo, lo dejo para que quien tenga interés o curiosidad, las lea en esta obra que nos acerca a una parte del pasado reciente y de la realidad actual, a través de la ya larga andadura de la OJE, que es la de los hombres y mujeres que en algún momento formaron parte de ella, en la mayoría de los casos de forma anónima y callada, participando en actividades y campamentos, cantando sus canciones y aprendiendo a respetar una serie de valores que se me antojan permanentes más allá de ideologías o vientos políticos.
Personalmente le doy las gracias al autor, no sólo por el libro, que también, sino por su testimonio como persona y por su valentía para afrontar el futuro sin perderle la cara al pasado, por haber tenido el arrojo de capitanear la nave en medio de un tropel de deserciones, algunas realmente justificadas, otras muchas, poco edificantes cuando menos.
VALE QUIEN SIRVE.
No creo que, a estas alturas, esa organización de origen falangista y obispal, tenga mucho futuro.
ResponderEliminarTambién Alberto mis dudas respecto a su futuro.
EliminarPues "a estas bajuras", esa ORGANIZACIÓN si lo tiene. De hecho existe y da esplendor en la actualidad. Cosa, por otro lado totalmente necesaria con estos políticos tan...innecesarios.
EliminarInteresante, y como cualquier otra organización, me imagino que con sus luces y sombras. Aunque para un gran sector de las últimas décadas creo que no estaban muy bien vistos.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Seguramente.
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