Con el fin de cobrar una deuda de la Administración Pública que viene arrastrando desde hace tiempo, un pequeño empresario llamado Artemio (José Sazatornil) asiste al Día Internacional del Preso que se celebra en el interior de una cárcel. El festejo, organizado por Quintanilla (José Sacristán), un hombre astuto y especialista en organizar este tipo de eventos colectivos y bulliciosos, es un acto más bien político al que acuden las autoridades más representativas de la región, junto a otras personalidades del mundo de la cultura, las finanzas o el poder eclesiástico. Durante los preparativos, comienzan a ocurrir una serie de desastres, entre ellos, el número de asistentes es muy reducido, ya que el evento coincide con la final de la copa de fútbol. Mientras Quintanilla intenta que todo marche sobre ruedas, Artemio aprovecha la ocasión para hablar con el subsecretario de Cultura.
Mientras tanto, en el exterior del recinto se fragua la fuga de un mafioso recluso, Paolo Tornicelli (Torrebruno), influyente banquero italiano y jefe de una compleja red internacional de actividades delictivas. El director de la prisión coordina la operación, asistido por Muñagorri (Juan Luis Galiardo) otro banquero, que precisamente se encuentra también en dicho acto. Cada asistente posee unos intereses concretos y unas metas específicas, aunque todos acuden a la celebración aludiendo solidaridad y el deseo de compartir la mesa con aquellos que se encuentran privados de libertad.
En más de un sentido, la película es una consecuencia de la trilogía de la familia Leguineche, aunque no es es la misma historia, pero sí responde al mismo mundo de mentira y descaro, como decía Berlanga: La golfería nacional.
El punto de arranque es "El día del preso", una especie de homenaje a los presos, inventado supuestamente por los nuevos mandatarios durante la primera época socialista. Bajo el parapeto de un acto solidario, todo el mundo que acude lo hace por intereses personales, utilizando una situación precaria, incluso angustiosa para quien la sufre, para obtener prebendas y ayudas.
La película tuvo un éxito limitado, quizá porque se adelantó en un par de años a la realidad, cuando empezaron a hacerse públicos algunos escándalos financieros y de tráfico de influencias y los primeros acusados comenzaron a desfilar por los juzgados.
No obstante obtuvo tres premios Goya, entre ellos el de mejor película y mejor dirección.
La película tiene un guión un tanto deslabazado en el que se mezcla la historia del pretendido acto solidario, en realidad un pretexto para que unos vivales le saquen pasta a la administración pública y por otro la fuga de banquero italiano que, al final, queda poco explotada.
Berlanga aprovecha para no dejar títere con cabeza, allí pone en solfa a varios estamentos públicos y seudopúblicos y a quienes se aprovechan de ellos para medro y beneficio personal, desde las propias instituciones, hasta las ONG, nadie se libra del dardo envenenado del realizador levantino y eso que entonces no ocurría nada comparado con la que está cayendo en la actualidad. En algunas fases el film se sostiene principalmente por las actuaciones del maravilloso plantel de cómicos que intervienen en la película.
Por cierto, tiene un pequeño papel, como Vanessa, la amante transexual del director de la prisión, un joven que no llegó muy lejos en el mundo del cine, pero que tras cambiar su apellido, Domínguez, por Delfín, se conviritió en todo un referente en el mundo del diseño de moda. Ese joven se llamaba David Delfín, que nos abandonó el pasado sábado día 3 de junio víctima de un tumor cerebral que apagó su vida.
No la ví pero creo que merec1ía la pena.
ResponderEliminarLo cierto es que habiendo sido durnate toda mi juventud un cinéfilo total, desde hace 20 o más años no voy a un cine. Desde que se pusieron de moda las ficciones de "Tronos" y similares.
La película es un retrato esperpéntico de tanto especimen como abunda que, bajo la capa de la solidaridad o de la preocupación por los asuntos comunes, buscan en realidad su propio beneficio personal.
EliminarMuy de actualidad, por desgracia.
Me gustó, muy del estilo de Berlanga, además en esta película creo que estaba la flor y nata de la interpretación española; faltaban muy pocos, y si no había más actores, quizá porque muchos ya la habían cascado.
ResponderEliminarSalud Trecce
La verdad es que el asunto resulta muy actual.
Eliminar