En 1975 fallece el dictador y el Marqués de Leguineche (Luis Escobar), considera que es el momento oportuno para abandonar esa especie de exilio voluntario que eligió treinta años atrás, dejando su finca de Los Tejadillos y regresando a su palacio en Madrid.
El palacio está casi convertido en una ruina, habitado tan solo por la esposa del Marqués, convencida franquista, que dificultará la estancia de los recién llegados.
El Marqués está arruinado y sus primeros pasos se encaminan a acercarse a la monarquía recién reinstaurada, sin embargo, además del régimen político, muchas otras cosas han cambiado en la capital del reino y al Marqués no le va a resultar nada sencillo entrar en la corte, aunque el Marqués no desfallece y está dispuesto a lo que sea menester para alcanzar sus objetivos, sobre todo si son monetarios, buscando cualquier oportunidad que le permita sumarse a la nueva restauración borbónica. No dudará en estafar y la noble familia es capaz de evadir a Hacienda sin repercusión alguna, recibir dinero de la banca con suma facilidad a pesar de encontrarse en la ruina, o de engañar al más pobre con tal de quedar como unos señores y aparentar ante la mirada real.
Al poco del estreno de La escopeta nacional, ante el éxito obtenido, el productor Alfredo Matas, quería rodar una continuación, prácticamente recién acabada la anterior.
Berlanga se puso a la tarea, de nuevo junto a Rafael Azcona, para alumbrar una segunda parte sobre los aconteceres de la familia Leguineche, pero en esta ocasión centrándose en la absurda pareja que forman José Luis López Vázquez y Luis Escobar, hijo y padre en la ficción.
De López Vázquez, nada vamos a descubrir que no se haya dicho ya y en cuanto a Luis Escobar, Berlanga descubrió su potencial en la película anterior de la saga y apostó por este hombre vinculado al teatro, que había sido amigo de Cocteau y que, aunque no había actuado, había sido director de escena. Escobar se desenvolvió con soltura en el terreno interpretativo, consiguiendo un genial personaje y aunque su no demasiado buena memoria le llevaba a meter muchos "camelos" en sus diálogos, como Berlanga seguía rodando como si fuera cine mudo y doblaba sus películas, estaba tranquilo, pues sabía que Luis, en cuanto tuviera un atril delante, iba a solucionar todas las equivocaciones.
Personal y divertida parodia de una clase decadente a la que el curso de los tiempos arrolla, pero que sabe renacer de sus cenizas para seguir sobreviviendo haciendo lo que ha hecho toda la vida: Nada.
Genial la escena final, que es al tiempo todo un homenaje a Luis Escobar, con el Marqués posando, junto a una pareja de inmensos dogos, para que los turistas que han pagado el pase vip, puedan saludarle y fotografiarle.
Me gustaban mucho los dos y tenía especial querencia por Luis Escobar porque era la representación viva de los pijos aristócratas de entonces.
ResponderEliminarLástima no haber visto esa peli.
Estoy leyendo el último libro de Lorenzo Silva con el título de "Recordarán tu nombre" y que es una biografía muy detallada del general de la Guardía Civil ARANGUREN. El que ordenó al coronel Escobar y a todos los guardias civiles a su mando enfrentarse a los militares sublevados de Franco en Barcelona.
Libro que te recomiendo.
Magnífica lectura la que has elegido.
EliminarHe visto varias veces la película, y cada vez me gusta más. Creo que los actores están fantásticos en el papel que interpretan.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Aunque quizá algo por debajo, creo que no está mal como continuación a la historia de los Leguineche.
EliminarMuy divertida.