Juan (Gastón Pauls) un timador de poca monta le aplica un truco (“la uruguaya”) a la cajera de una gasolinera, para robarle 45 pesos, pero ante el cambio de turno, comete el error de querer hacer lo mismo con la chica que ha sustituído a la otra y le descubren, aunque, para su “suerte”, en el local está Marcos (Ricardo Darín), otro estafador como él, a quien no conoce, que finge ser policía y le saca del apuro.
Marcos no consigue trabajar solo, ya que su compañero, el Turco, está desaparecido desde hace algunos días; entonces, le propone a Juan que ese día “trabajen” juntos y así, se inicia una relación de “profesor y discípulo” tensa, que se puede romper fácilmente en cualquier momento; sin embargo, poco a poco nos damos cuenta que Juan no es tan ingenuo como aparenta y no cae en las trampas que el propio Marcos le va poniendo en el camino.
Marcos se entera de que en el hotel donde trabaja su hermana Valeria (Leticia Brédice), con quien tiene serios problemas, pues él le ha engañado a ella y a su hermano menor, Federico (Tomás Fonzi), robándoles la herencia de los abuelos que recibieron de Italia, está hospedado un español, Vidal Gandolfo (Ignasi Abadal), que al día siguiente será deportado y que colecciona sellos postales.
Un excompañero de Marcos, Sandler (Oscar Nuñez), un falsificador, tiene en su casa una plana falsificada de estampillas de la República de Weimar, conocidas como las “Nueve Reinas” y que valen aproximadamente 500.000 dólares. Como ese es su mejor trabajo, quiere venderlas a Vidal Gandolfo y convence a Marcos para que se él quien lleve a cabo la operación.
El director argentino, tristemente desaparecido, Fabián Bielinsky, es también el autor del guión de este film, un guión preciso y minuciosamente trabajado que, aunque alguna vez juegue con ventaja sobre el espectador, sirve de base para esta historia de tramposos y embaucadores en la que nada es lo que parece, algo de lo que nos damos cuenta desde el arranque de la película, gracias, entre otras cosas, a la buena definición de los personajes.
La película tuvo un presupuesto bastante ajustado y para tratar de remediarlo en lo posible, Bielinsky entregó el guión a los actores para que lo fueran preparando con antelación, aprendiendo sus papeles e imaginando las situaciones, algo que dio sus frutos, pues hubo bastantes escenas que se rodaron en una sola toma gracias a la buena planificación y a que los actores sabían exactamente lo que se esperaba de ellos.
Brillante fotografía Marcelo Camorino y elegantes movimientos de cámara, algunos realmente llamativos, ayudan a redondear el resultado final.
Creo que es una de las mejores películas del cine argentino de todos los tiempos, tras esa especie de macguffin que es el pliego de sellos, se esconde toda una reflexión sobre la corrupción y el engaño, los personajes nos adentran en un mundo de impunidad hacia los tramposos y nos dejan ante la idea de que, desde arriba, hasta lo más bajo, todos somos candidatos a dejarnos llevar por el camino fácil de llevarnos el dinero sin trabajar. De cualquier manera, el film no es moralista, sencillamente nos presenta unas situaciones y nos deja que seamos nosotros quienes simpaticemos o no con los protagonistas de la historia.
La película, además, nos descubrió definitivamente, a un Ricardo Darín inmenso.
Para mí la mejor película de Darín, una película que por otro lado ha ayudado a generalizar el tópico de que todos los argentinos llevan un timador dentro.
ResponderEliminarLo cierto es que transmite el mensaje de que abundan.
EliminarTal como la describes, parece buena película.
ResponderEliminarEs una estupenda película, de esas que recuerdas con el paso del tiempo.
EliminarFue una gratísima sorpresa y el descubrimiento de un gran actor, sencillamente redonda.
ResponderEliminarPienso que es de lo mejor del cine argentino.
Eliminar