Ayer se cumplieron 80 años del inicio de la Guerra Civil Española (1936-1939), después de tanto tiempo puede decirse, sin temor a pecar de exagerado, aquello tan manido de que han corrido ríos de tinta sobre aquellos acontecimientos. Cientos de publicaciones de todos los colores y desde los más variados puntos de vista, han analizado los hechos, los porqués y las consecuencias, con mayor o menor acierto. Sin embargo, hoy es el día en que cualquier trabajo medianamente serio sobre el asunto, sigue concitando el interés del lector y no solamente de los aficionados a la Historia. Los autores de este libro, que lo son también de otros sobre temas militares de la Guerra Civil o de acontecimientos inmediatamente posteriores, han querido centrar su esfuerzo en las batallas que a su juicio (y al de casi todos), tuvieron más relevancia en el desarrollo y consecuente conclusión del conflicto. El “limitar” el campo de acción del libro a las batallas, les ha permitido detenerse no sólo en las más conocidas y míticas (Brunete, Teruel, Jarama…), sino profundizar en algunas otras que, hasta el momento y salvo excepciones, fueron estudiadas en obras de carácter local o, como mucho, específicas sobre este o aquel hecho. De este modo, el lector se encontrará con detalles de algunas confrontaciones que, por motivos diversos, no han encontrado tanta repercusión en la literatura anterior e incluso puede que le resulten totalmente novedosas, cual ocurre con la última gran batalla, la de Peñarroya (5 de enero – 4 de febrero de 1939), que no hacía sino retomar el famoso Plan P, cuyas líneas maestras estaban diseñadas desde dos años antes y que pretendía partir el territorio rebelde en dos, penetrando en Extremadura. Esto por citar una de ellas, pues hay otras varias menos conocidas por el gran público que también encuentran hueco en esta obra, lo mismo que ocurre con algunos de los asedios, pues en cuanto se sale del referido al Alcázar de Toledo, el de Madrid, o quizá el del Santuario de Santa María de la Cabeza, los demás quedan reservados a la memoria de quienes se han interesado de manera concreta por ellos.
Aspecto importante, son los capítulos dedicados a la Guerra Naval o a la Guerra Aérea. En el primer caso, se hace referencia al combate del Cabo de Palos, en el que resultó hundido el buque Baleares (6 de marzo de 1938), pero también al intento de auxilio a los rebeldes de Cartagena y a otros hechos menores, además del conocido como Paso del Estrecho que merece capítulo aparte en el libro y en el que también tuvo participación destacada la aviación, arma a la que el libro dedica su último capítulo y en el que la ayuda exterior cobró especial relevancia.
De manera deliberada, los autores tratan de evitar, en la medida de lo posible, desviar la atención sobre asuntos que podrían hacer mucho más extenso su trabajo, nos referimos a las represalias o a los porqués de tal o cual acción, aunque es claro que en determinados momento esto se hace no solamente difícil, sino que es recomendable no eludir comentarios al respecto y así lo entienden ellos a la hora de referirse, por ejemplo, a las luchas partidistas en la zona republicana, que tanta repercusión tuvieron a la hora de establecer un mando unificado, ventaja con la que contaron los sublevados prácticamente desde el inicio.
El libro está salpicado de testimonios de combatientes de ambos bandos o de civiles que vivieron en primera persona algunos de los trágicos sucesos y cuenta con una magnífica aportación de láminas que reproducen fotografías poco conocidas. Lo que resulta más llamativo (desde mi punto de vista, claro), es la concisión de los planos que anteceden a cada capítulo. Los autores han decidido apostar por la claridad y el esquematismo para que con un simple golpe de vista, el lector no demasiado versado, tenga clara la distribución de tropas y los avances o retrocesos de las unidades intervinientes.
El prólogo de la obra contiene unas frases que hago mías, pues resumen la impresión general que me ha producido este excelente trabajo: Con estilo ágil, el trasiego de personajes y unidades militares consigue hacer grata la lectura de unos hechos en sí mismo trágicos, realzando, por muy paradójico que resulte, la trascendencia de los hechos bélicos: en una guerra la evolución de los acontecimientos en el campo de batalla es, obviamente, determinante, pero en el caso de nuestra Guerra Civil del siglo XX muchos historiadores —quizá por disentir, más o menos inconscientemente, del desenlace final de la contienda— los habían preterido en favor de otras consideraciones de tipo social, económico o político.
Esta reseña fue publicada en su día en HISLIBRIS.
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