viernes, 29 de enero de 2016

UN HOMBRE LLAMADO FLOR DE OTOÑO

Lluís de Serracant (José Sacristán), es un joven abogado barcelonés que tiene un tanto escandalizados a sus tíos por sus ideas avanzadas y por no querer dedicarse al negocio familiar en vez de defender a obreros y sindicalistas y eso que nada conocen de sus actividades nocturnas, pues Lluis, durante la noche se transforma en Flor de Otoño y actúa en el Bataclán, un teatrucho de poca monta donde se reúne parte de la canalla local.
Modesto (Fernando Sánchez Polack), un viejo activista libertario, tiene madurado un plan para atentar contra Primo de Rivera que, de un momento a otro, se espera llegue a la Ciudad Condal para hacerse cargo de la Capitanía General. Modesto está en la cárcel y en una visita que le hace Lluis, le cuenta lo que pretende, pero el abogado le indica que no le van a soltar y que el juez ha rechazado imponerle fianza, por lo que le apremia a que le cuente el plan para llevarlo él a cabo. Modesto se resiste, no es trabajo para aficionados, pero al final acaba poniéndole al día de los detalles y Lluis, junto a su amante y a un antiguo boxeador que hace las veces de criado de la pareja, comienzan a preparar el atentado, roban el polvorín de una cantera y entierran los cartuchos y el detonador en un lugar cercano a la vía del tren hasta que llegue el momento de utilizarlos
Mientras tanto, es asesinado uno de los cantantes del cabaret y Armengol (Roberto Camardiel), la pareja del muerto, piensa que el asesino ha sido Lluís porque habían discutido el día anterior y el finado le había amenazado, por lo que le da una paliza y le revela a la madre de Lluís su condición de homosexual y travestido. Lluís, en venganza, organiza un atraco a una farmacia y urde un plan para inculpar a Armengol. Cuando este último se ve perdido ante la policía, denuncia las actividades anarquistas de Serracant lo que provoca su seguimiento policial.



Pedro Olea escribió junto con Rafael Azcona el guion de esta película, a partir de la pieza teatral del mismo título que José María Rodríguez Méndez había relatado en 1973, pero que la censura franquista le impidió estrenar hasta una década después.
La película cambia algunas cosas con respecto al original teatral, aunque el espíritu de la obra permanece.


Aunque la acción se sitúa en los inicios del siglo XX, la película es de todo menos nostálgica, más bien le sirve a Olea para reflexionar sobre algunos de los problemas que eran actuales en la sociedad inmediata a la muerte de Franco, la hipocresía de ciertos sectores y la lucha por las libertades, con esa eterna disyuntiva entre los activistas sobre el uso de la violencia.
Con interpretaciones que fueron muy alabadas, sobre todo la de José Sacristán, yo me atrevo a añadir la de Carmen Carbonell, que interpreta a la madre del protagonista.
Una buena banda sonora de Carmelo Bernaola y una magnífica ambientación, para un film que suponía una apuesta por el cine de compromiso.




4 comentarios:

  1. No recuerdo haberla visto Trecce. Un abrazo y que pases muy buen fin de semana.

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  2. Es una película que no está mal para la época en que se realizó en que había unas preocupaciones políticas considerables. No se sabía aún el resultado de la Transición.

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    1. Se aparta de cierto cine casposo que se hacía aprovechando el fin de la censura. En esta, lo relacionado con el sexo, está tratado con suma elegancia y sin caer en la tentación del morbo gratuito.

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