Aurelio Romay (Antonio Casal), deja su pequeña aldea natal para viajar a la gran ciudad, donde trabajará en una consignataria naviera que se dedica a facilitar viajes a los emigrantes a tierras sudamericanas.
Aurelio llega con lo puesto y poco más y Ernesto (Fernando Sancho), compañero de trabajo, le encamina a una modesta pensión donde habrá de pagar casi todo lo que gana por la habitación y la comida. El día de su llegada, cuando abre la ventana de su cuarto, Armando descubre a Guadalupe (María Mahor), la vecina de enfrente, que está tendiendo ropa y con la que poco a poco, va trabando amistad para continuar con algo más serio cuando Guadalupe le invita a entrar en casa, en la que vive con su padre y sus dos hermanos pequeños. Ella es la que gobierna aquel hogar desde la muerte de su madre.
Aurelio, por su parte, va descubriendo lo que de verdad ocurre en la empresa en que trabaja, en la que don Fabián Mouriz (José Marco Davó), el propietario, se dedica a aprovecharse de forma descarada de la desgracia de quienes se ven abocados a emigrar, sacándoles todo el dinero que puede a cambio de un pasaje en el que muchos de ellos han gastado lo que no tenían y aprovechándose de su incultura y sumisión.
En una de esas trampas de don Fabián, se ve involucrado Juan Cadaval (Eumedre), un modesto aldeano al que engañan haciéndole creer que sus papeles no están en regla, cuando en realidad pretenden dárselos a un fugitivo de la justicia, cuyo padre ha ofrecido 30.000 pesetas a D. Fabián.
Al enterarse de que Cadaval no tiene dinero y que su regreso a la aldea significará que nunca jamás podrá salir de ella, perdiendo la oportunidad de mejorar su porvenir, Aurelio se apiada de él y no sólo le devuelve los papeles, sino que le ayuda a embarcar a espaldas de D. Fabián, que enterado de la verdad, despide a Aurelio.
Basada en la novela "Luz de luna", de Wenceslao Fernández Flórez, de quien son también el argumento y los diálogos, está adaptada por Rafael Gil, realizador del film. La música es de Cristóbal Halffter y está muy bien fotografiada por Alfredo Fraile.
Entre el elenco de secundarios, algunos nombres muy conocidos y prestigiosos del panorama nacional (Manolo Morán, Mercedes Muñoz Sampedro, Erasmo Pascual o Rafael Bardem, entre otros) y dos presencias anecdóticas, la de la vedette Carmen Esbrí y la de Eumedre, ya citado, un coruñés que se dedicaba a montar toldos y que fue descubierto por Rafael Gil que le dio el papel de Cadaval.
Muy bien ambientada en las calles y puerto de La Coruña, ciudad en la que supuso todo un acontecimiento el rodaje, en el que muchos coruñeses participaron como extras espontáneos. Aunque mantiene un tono de comedia, es una ácida crítica contra los desalmados que trafican con seres humanos, un tema que, por desgracia, no ha perdido actualidad, aunque España sea ahora país de llegada y no tanto de salida, o al menos los que de aquí salen no se ven en manos de desalmados como los que refleja la película. Toda esta crítica queda suavizada por el final feliz que le quita hierro al asunto, pero no merma en absoluto la crudeza con la que se presenta el panorama de los pobres aldeanos que viajan a América.
Una película muy digna, desafortunadamente olvidada y que resulta entrañable por el asunto que trata y por la forma en que esta hecha.
Parece muy interesante. No la ví en su momento.
ResponderEliminarNo está mal.
EliminarLo de un coruñés que montaba toldos.....era un actor de teatro y cuentacuentos. También mi bisabuelo. Tuvo una taberna donde se facían tertulias literarias.
ResponderEliminarMuy curioso.
EliminarGracias por el comentario.