Dedicado a su amigo Manuel Rodríguez Mendoza, gracias a cuyo valimiento y al de Pedro Balmaceda Toro, logró publicarlo, es el primer libro del poeta nicaragüense, con versos de su primera juventud, escritos cuando apenas contaba 19 años y vivía en Chile, concretamente en Valparaíso, donde el poeta se presentaba a concursos literarios con algunos de los poemas aquí contenidos, a fin de sacar algún dinero para ir subsistiendo. En ellos ya encontramos algunas de las contantes de su posterior poesía, la belleza de las composiciones, la mayor parte de ellas sencillas, y sobre todo, su especial sensibilidad.
La influencia de poetas como Bécquer, Zorrilla, Campoamor, Lamartine, Baudelaire, Hugo o Gautier, está presenta también en estos textos que suponen el primer peldaño de quien llegaría a ser uno de los referentes indiscutibles de la poesía en castellano.
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