martes, 16 de diciembre de 2014

EL ENFERMO IMAGINARIO

En El enfermo imaginario (Le malade imaginaire) brilla como en ninguna otra la faceta cómica del autor francés. La burla contra la petulancia de los médicos tiene aquí un tono demoledor, en la mejor tradición de la sátira. Al mismo tiempo el retrato maníaco aprensivo de su protagonista, Argan, empeñado en estar enfermo a pesar de su vigorosa salud, va más allá de la caricatura para alcanzar el disparate, el absurdo, no exento de comprensión e incluso ternura, que enlaza con las formas más modernas de humor.
La obra teatral divierte e instruye hoy como cuando se escribió por su imparable comicidad, por el ridículo en que sume a los blancos de su sátira, que no es sólo la medicina, sino la familia, la ley, el dinero, la hipocresía, el abuso de poder, la debilidad y la pusilanimidad; es decir, la condición humana en general.
Obra en tres actos, con interludios musicales, estrenada en 1673, coreografiada originalmente por Pierre Beauchamp. Resultó ser la última obra de Molière que se desplomó en el escenario en la cuarta representación, interpretando el papel de Argan, el 17 de febrero, muriendo poco después.
Genial y muy divertida la última escena en la que un grupo de cómicos parodia la recepción de Argan como nuevo médico, con diálogos en latín macarrónico y que hacen creer al protagonista que, en efecto, es aceptado como médico titulado en la facultad.




2 comentarios:

  1. Eso le pasaba a un tío mío que decía: "me parece que me voy a poner malo" pero este lo jodido es que se ponía. Argan como médico no tendría precio.

    Saludos Trecce.

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  2. Lo que les ocurre es que sobreviven a todos los de alrededor.

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