Ambientada en el Madrid de los primeros años de la posguerra civil, cuando Europa se desangra en la que será conocida como la II Guerra Mundial, la novela nos pinta a la capital de España como un hervidero de espías, sobre todo nazis y británicos, estos últimos, empeñados en tener la información más fidedigna sobre la posible entrada de España en la guerra como aliada de Hitler.
En tales circunstancias, Harry Brett, un veterano de Dunkerque, es reclutado por el servicio secreto británico para que entable relación con un compatriota que se encuentra en España, Sandy Forsyth, antiguo compañero de colegio y que está metido en un negocio consistente en la prospección de una posible mina de oro en la sierra madrileña. El gobierno de Churchill, teme que de encontrar oro, el régimen de Franco sea capaz de encontrar nuevos cauces de abastecimiento que le permitan saltarse el bloqueo marítimo de la Royal Navy y entre definitivamente en el conflicto del lado del Eje. La tapadera de Brett será un trabajo como traductor en la embajada.
Un nuevo personaje entrará en la trama, descubrimos que Bernie Piper, otro antiguo conocido de Sandy y de Harry, se encuentra prisionero en un campo de reclusión en los alrededores de Cuenca. Piper, comunista que combatió en las Brigadas Internacionales, fue dado por muerto, pero un soldado que estuvo en el campo de detención, ya licenciado, se pone en contacto con Barbara Clare, su antigua novia y ahora amante de Sandy, proponiéndole la fuga de Bernie a cambio de dinero.
Este es, a grandes rasgos, el planteamiento del libro, básicamente un thriller que a mí no me ha llegado a emocionar, creo que a la historia le falta garra, por más que el autor se ha esforzado en dar un giro inesperado a la solución final, buscando sorprender al lector.
El Madrid que nos presenta es sombrío y silencioso, donde el miedo se palpa en el ambiente y los personajes se mueven en un entorno de constante peligro, acechados por las fuerzas de seguridad y las consabidas denuncias de personajes fundamentalistas (falangistas de nuevo cuño, sacerdotes, beatas, convencidos del régimen, etc.).
Acudiendo a figuras estereotipadas, se nos relata la miseria, la especulación, es estraperlo, las represalias contra los simpatizantes de la República derrocada, el enfrentamiento entre falangistas y monárquicos, el fundamentalismo de la Iglesia y la vida en el campo de prisioneros.
Por otro lado, las tensiones dentro de la embajada británica, entre los miembros del espionaje y los funcionarios diplomáticos que no ven a aquellos con buenos ojos. El libro presenta una visión crítica del embajador Samuel Hoare.
Creo que la historia no acaba de enganchar del todo al lector (esto es muy subjetivo, claro) y que, aunque algunas anécdotas que relata y que pueden parecer increíbles, están documentadas, en general, se nota un conocimiento un tanto superficial de la sociedad española del momento. Por ejemplo, se habla de una ciudad con una iglesia quemada a la vuelta de cada esquina, o se hace comer cocido a los personajes hasta para cenar.
El aspecto histórico tampoco está muy trabajado, se nota que el autor ha leído alguno de los libros clásicos sobre la Guerra Civil, pero se queda en generalidades y no entra en demasiados detalles, no es la parte que más preocupe al novelista, al menos eso parece, fuera de que le sirva como marco para relatar lo que realmente le interesa que es la rocambolesca historia de los personajes protagonistas.
La idea podría haber dado algo más de sí, los peligros que corre Harry cuando está tratando de descubrir lo que ocurre con la mina de oro, o las peripecias de Bárbara y Piper en el asunto del campo de prisioneros, quizá podrían haber dado sensación de más tensión y suspense del que provocan.
Si uno no es demasiado exigente, puede ser una novela entretenida, pero en general, mi opinión es que no acaba de tomar altura.
Esta reseña fue publicada en su día en HISLIBRIS
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