Josef K está esperando en su cama, la cocinera de la señora Grubach, su casera, que le llevaba todos los días a eso de las ocho de la mañana el desayuno a su habitación, no había aparecido. Era la primera vez que ocurría algo semejante. Poco después, extrañado y hambriento, tocó el timbre. Nada más hacerlo, se oyó cómo llamaban a la puerta y un hombre al que no había visto nunca entró en su habitación. Era uno de los policías que había llegado a la casa donde vive para arrestarle, sin darle ningún tipo de explicación.
Situaciones similares se repetirán a lo largo de la narración, puesto que el proceso contra el señor K es una laberíntica e inútil búsqueda de la justicia que siempre se verá estorbada por los recovecos de la burocracia.
Estado opresor, burocracia infinita, ciudadanos acorralados, convertidos en insectos, no saber de qué hay que defenderse, esclavitud asumida sin saber por qué, quizá por cansancio,... no hay nada que hacer, has sido señalado y el Estado manda.
En principio, el ciudadano, la víctima, se burla del tribunal fantasmal ante el que comparece y niega necesitar los servicios de un abogado, sin embargo, poco a poco comienza a aceptar el rol que le han asignado... a aceptar su condena.
¿No es un poco lo que estamos haciendo ahora los ciudadanos, aceptar esa estupidez de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades... hemos pecado" y, por tanto, estamos aceptando nuestra culpabilidad, nuestra condena?
Si , máxima actualidad, pero creo en la unión y la fuerza de la ciudadanía para conseguir seguir adelante.
ResponderEliminarNo queda otra que seguir peleando.
EliminarQuerido 13e, parco en palabras y brillante en exposición, hoy te has soltado la melena y has arremetido contra ese proceso que todos, inocentes, tenemos contra el Estado-democrático o no-que nos amenaza continuamente, que nos procesa día a día con la indefensión de no saber de qué se nos acusa y qué cara tiene nuestro acusador. Todo se difumina en un millar de papeles y normas que nos atenazan con la connivencia de una Justicia cada vez más injusta, que retuerce la verdad hasta límites insospechados, muchas veces espurios, para dominar a una "grey"que no es tal, que no es rebaño. Algún día se podrá procesarles a éllos.
ResponderEliminarUn saludo.
Una vez más, Kafka se revela tremendamente moderno y, esta vez, por desgracia, actual.
EliminarAy trecce, no tienes remedio: tiras la piedra que otros han tirado antes y te parapetas en la parquedad de tus respuestas.
ResponderEliminarSé valiente y habla, aunque no sea conmigo, pero habla y opina, que los libros están para algo más que su lectura.
Te reto, pacíficamente y sin guante.
Ojalá alguna de esas piedras diera en la cabezota adecuada y provocara un buen chichón.
EliminarJano, aceptaría el reto gustoso si el maldito tiempo, del que ando escaso últimamente me dejara, y no son excusas, creo. Me gustaría poder reflexionar más sobre lo que leo, que muchas veces me entra como las letras al borriquillo precisamente por esa premura. La ambición de leer me puede y, a veces, debería hacerlo más reposadamente.
De cualquier modo, que sepas que tu comentario me ha hecho pensar mucho y me ha creado un cierto desasosiego (en el buen sentido, claro).
Te estoy muy agradecido.