Nikolai Rodchenko (Mikhail Baryshnikov), es una estrella del ballet que en su día escapó de la Rusia soviética para asentarse en EE.UU. en busca de mayor libertad para desarrollar su arte lejos de las encorsetadas paranoias de la ideología totalitaria.
Cuando viaja hacia Tokyo, donde dará fin a la gira que está llevando a cabo, el avíon en el que vuela sufre un accidente, viéndose obligado a efectuar un aterrizaje de emergencia en una base militar de la URSS. Rodchenko es considerado un traidor en su antigua patria. Los servicios secretos se hacen cargo de él, ocultando a la opinión pública los detalles de su actual situación, mientras Anne Wyatt (Geraldine Page), su agente, trata de buscar una salida al asunto a través de la embajada americana en Moscú.
La guerra fría sirve de trasfondo a un film que tiene como tema recurrente el baile. Pero no es sólo la historia de una estrella de la danza clásica que huye del comunismo, es un relato sobre la búsqueda de la libertad, de lo que cada cual en su momento considera la libertad.
Trata de ser un tanto imparcial y lanza una batería de dardos contra las sociedades occidentales, pero al final no puede evitar dirigirnos hacia un corolario con toques de maniqueísmo: El capitalismo es malo, pero el comunismo es peor.
El arranque es de lo más prometedor, las imágenes del vuelo, el aterrizaje de emergencia (una secuencia muy lograda) y la retención del bailarín por parte de las autoridades, pero hay que reconocer que, a partir de ahí, hay momentos en los que la historia decae. Todo esto precedido de un prólogo maravilloso, quizá lo mejor de la peli, una larga secuencia en la que vemos representado "Le jeune homme et la mort", una coreografía del gran Roland Petit, en la que Baryshnikov hace un despliegue de maestría, condición física, elegancia y expresividad, una delicia.
Un film que resulta entretenido, con algunas buenas secuencias, interesantes coreografías (por más que alguna esté mal hilvanada con el argumento) y un cuadro de actores de nombre, aparte de los ya citados, encontramos a Helen Mirren (muy bien en su papel), el debut de Isabella Rossellini, Jerzy Skolimowski o Gregory Hines entre otros.
Y un final lleno de contenida emoción, en el que después del sufrimiento, llega el happy end con el fondo del "Say you, say me" de Lionel Richie.
Aunque no es del estilo que más me gusta de la cinematografía, la película me agradó. Creo que tiene pasajes y frecuencias muy interesantes.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
La película está bien, aunque creo que podía haber dado algo más de si.
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