Walker (Lee Marvin) acepta la petición de su amigo Mal Reese (John Vernon) para dar un golpe en la abandonada prisión de Alcatraz.
Se trata de robar a una organización criminal, de la que más tarde descubrimos que ellos forman parte en los escalones inferiores. Reese necesita dinero para pagar una deuda a la mencionada organización y promete a Walker que será un trabajo limpio y sin sangre.
Sin embargo, cuando llega el momento, dispara y mata a los dos tipos a quienes van a asaltar, para deshacerse a continuación de su amigo Walker, a quien deja por muerto en una de las antiguas celdas, para huir con el dinero y con Lynne (Sharon Acker), la esposa de Walker.
Walker, malherido, logra regresar a San Francisco y, transcurrido un tiempo, una persona que hace ver que habla en nombre de un grupo, le propone un trato, ellos quieren quedarse con la Organización y a cambio de que Walker les ayude en su objetivo, ellos le ayudarán a encontrar a Reese para que Walker pueda terminar lo que se ha convertido en una verdadera obsesión: Acabar con su antiguo amigo y recuperar los 93.000 dólares del botín que le pertenecían.
La hermana de su mujer, Chris (Angie Dickinson) le ayudará a conseguir su objetivo.
Para los defensores del dogma, el llamado cine negro acaba su ciclo vital con Sed de mal.
Recordemos, sin embargo, que el clasicismo artístico acabó cuando finiquitó el helenismo, sin embargo, para eso llegó el Renacimiento y rescató todo aquello poniéndolo al día.
Así apareció eso que algunos llaman el neo-noir, un cine negro en la época del color, aunque algunos filmes conserven el blanco y negro primigenio.
Muchos críticos han visto en este film, el arranque de esa nueva etapa del noir, revitalizado y puesto al día, en busca de nuevos caminos que le permitan superar el atasco en el que estaba sumido. El realizador británico John Boorman, lleva a la pantalla un guión basado, de una manera bastante libre, en la novela The Hunter, del escritor norteamericano Donald E. Westlake (bajo el seudónimo de Richard Stark)
A quemarropa nos presenta un universo en el que los delincuentes viven como en un mundo aparte, y el nuestro, en el que nosotros vivimos, de vez en cuando se intercala en el suyo. Quizá el personaje más cercano a nosotros sea el que interpreta Angie Dickinson, los otros se mueven en otra dimensión, como si Boorman nos hiciera seguir y contemplar a los malhechores, pero no a involucrarnos con sus sentimientos y sus instintos.
A pesar de ello, no crean que ello le resta un ápice de interés, es un modo de contar, pero nosotros sí que quedamos atrapados por la historia, sobre todo por la obsesión de Walker en recuperar sus 93.000 dólares.
Marvin es Walker (el caminante), el hombre cuyo único objetivo es ese, seguir el camino que le lleva de un lado a otro tras su objetivo. Los obstáculos que se interpongan en su camino, los elimina, de forma expeditiva y fría. Incluso aplaca sus deseos de hombre, porque está "trabajando" y eso le distrae de su labor, su misoginia (tan del negro, por otra parte) viene principalmente de esa necesidad de mantener la mente despejada, él va a su rollo.
Cuando le dejan, Marvin consigue una gran interpretación, él sí supo captar el personaje, algo que no conseguiría en igual medida Mel Gibson en el remake que se hizo años después.
Una película llena de experimentos, no siempre muy conseguidos; súbitos flash backs; elipsis audaces; ritmo entrecortado de la acción, con alguna salida de tono; y una violencia y un erotismo más directos y agresivos que en el noir clásico, en un claro precedente de lo que vendrá en las películas de los 70 y, sobre todo, en las de los 90.
El resultado es extraño y desigual, pero el film resulta muy interesante.
A mí la película me gusto. Saludos Trecce.
ResponderEliminarA mi también, Rafa, lo cual quiere decir poco, porque no soy demasiado exigente.
EliminarEs una buena película.Correcta.
ResponderEliminarLee Marvin y Angie Dickinson cumplen en sus papeles y hay un elenco de secundarios de absoluta solvencia.
Saludos.
De acuerdo, Natalia.
EliminarNos alucinaban los profes(estética de la imagen) al decirnos que este film de Boorman estaba influenciado por Resnais. Nos llamaban la atención de los encuadres, inspirados en Antonioni. Boorman y Donald Siegel apretaron las tuercas del cambio en el género.
ResponderEliminarLa señora Angie Dickinson, particularmente, me gustaba mucho, como actriz y como señora.Un saludo
Sí, yo también lei muchas referencias a las influencias de la nouvelle vague en la peli.
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