El cadáver de un hombre con signos de violencia es encontrado en un apartamento. De acuerdo con el relato de la mujer que le acompañaba esa noche, ambos habían estado alternando en un bar con un grupo de militares.
La aparición súbita en el escenario del crimen, del sargento Montgomery (Robert Ryan), activará la investigación liderada por el capitán Finley (Robert Young).
El caso va tomando giros que demuestran que no todo está tan claro como parecía tras las averiguaciones que hace la policía y las declaraciones, no siempre coincidentes, que van haciendo los testigos.
Además todo ello viene a complicarse con la aparición de un segundo cadaver, el de un soldado recién licenciado que había estado en el grupo de quienes alternaban en el bar. Su muerte resulta demasiado sospechosa, como para creer en el suicidio que, aparentemente es lo que ha ocurrido.
No es una gran película y, sin embargo, tiene bastantes cosas interesantes.
En primer lugar la actuación de los tres "Roberts": Robert Mitchum, Robert Young y Robert Ryan. Casi nada, tres actores como la copa de un pino, que no defraudan en absoluto, marcándose tres actuaciones brillantes, con personajes que, cada uno con sus peculiaridades, tienen una buena dosis de profundidad psicológica, sobre todo el de Robert Ryan. Para disfrutar de los tres. Y también, dejar constancia de la presencia femenina de Gloria Grahame.
Después la historia, con una investigación policial, pero también abordando temas de caracter social: La dificultad de los soldados para reintegrarse a la vida civil o el racismo.
Además lo hace con un planteamiento bastante original, aunque es cierto que no logra transmitirnos su mensaje a través del simbolismo cinematográfico, por lo que al final tiene que recurrir a un largo discurso (magnífico monólogo de Robert Young) ejemplarizante.
Su ataque al racismo es frontal y sin tapujos, no sólo al racismo que ha quedado latente entre los vencidos contra los judíos porque, como dice Young en su discurso/denuncia, mañana se puede volver contra cualquiera, simplemente por ser de Tennessee, un lugar que ni siquiera conoce el agresor, cosa que le dará igual, pues su odio lo que busca es el enfrentamiento, lo otro son meras disculpas.
La novela original de Richard Brooks, tenía conotaciones sexuales, pues la víctima era homosexual, sin embargo John Paxton, al adaptarla para el cine, da a la trama ese tono de denuncia racista que hemos comentado. Hubo quien vio en todo esto una alegoría a favor del comunismo, algo increíble y que demuestra lo enfermizo de la caza de brujas. Resultado: El director y el productor, pasaron a engrosar la lista negra.
Esta es una de las mejores películas de Edward Dmytryk que, al final, es casi más conocido por estas desgraciadas vicisitudes que nada tienen que ver con el arte y que son una mancha en la historia del celuloide.
Hola Trecce.
ResponderEliminarBueno amigo Trecce, no se si fue una gran peli..
pero a mi personalmente me gusto mucho esa intriga que llevaba la peli...eso si con un gran repato que hizo atractiva la película.
Me atrevo a decir que es un estudio sobre el antisemitismo, un judio es asesinado por un soldado que acaba de volver de la guerra.
Con un protagonista psicópata.
Hace mucho que la vi, pero me gustó bastante, sobre todo en como llevaban la intriga mediante que transcurría la peli...
Saludos cordiales amigo Trecce.
No creo que sea una gran peli, en el sentido de que no será especialmente recordada, pero, como añado a continuación de ese particular y seguramente equivocado juicio, tiene muchas cosas interesantes, sin que sea la menor de ella las grandes interpretaciones que hacen estos tres actorazos de unos personajes con muchos matices.
ResponderEliminarEs cierto que tiene un alegato contra el racismo con respecto a los judíos. Está en ese grupo del c.n. que indaga sobre la naturaleza de la violencia. Me gusta mucho de Dmytryk Murder My Sweet (Historia de un detective) de unos años antes.
ResponderEliminares que ya ese título tan potente (me refiero al español, por una vez) es prometedor, y luego ese buen acabado de las pelis de esos años, con todo el oficio en su esplendor.
ResponderEliminarsaludos blogueros
Sí Manuel, en efecto, es que una de las caraterísticas del cine negro (de una parte de él, al menos) es tratar también los problemas de la sociedad del momento, sobre todo en clave de cara oculta.
ResponderEliminarEse oficio del que hablas, José Antonio, se nota en este film y se agradece.
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