Que la Leyenda Negra fue un ataque interesado contra España y lo que representaba al ser la primera potencia del momento, creo que, a estas alturas, ofrece pocas dudas. De hecho lo que hicieron en América y en otros lugares del orbe Franceses, Británicos u Holandeses, no le va a la zaga a lo que pudieran haber hecho los españoles y, en muchas ocasiones, superan de lejos los manejos de nuestro país en aquellas tierras.
Es cierto que a las tropelías contribuyo sobremanera la distancia entre las colonias y la metrópoli, que ayudaba a que los encomenderos, gobernadores y colonos en general, acataran las leyes emanadas desde la corona española, pero no les hacían el menor caso.
Es conocida la frase de Isabel de Castilla, cuando se enteró de que Colón había repartido a los nativos de La Española entre sus hombres: “¿Con qué autoridad dispone el almirante de mis vasallos?”.
La misma reina en su testamento ordenó al Rey, a su hija y al esposo de ella que “pongan mucha diligencia, e no consientan ni den lugar que los indios e moradores de dichas indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes; mas manden que sean bien e justamente tratados; e si algún agravio han recibido, lo remedien y provean”.
De cualquier modo, sería injusto olvidar que los indios se convirtieron pronto en siervos sometidos al capricho de los encomenderos.
Llegó la independencia de las colonias y con ella las grandilocuentes proclamas en pro de la igualdad de todos y del fin del sometimiento a la lejana metrópoli.
Los criollos no hicieron otra cosa que sustituir a los peninsulares en el manejo de la estructura del poder; se mantuvo inmodificado el rígido sistema de castas; el modo de producción siguió sustentado bajo el régimen servil del indio que de encomendado semi-siervo pasó a ser siervo y peón en las grandes propiedades rurales. Siguió en pie, por obra y gracia del caudillismo militar y de los caciques de nuevo cuño, la esclavizante y sistemática incomunicación entre los pueblos.
Y, salvo honrosas excepciones, así seguimos, así siguen. ¿Y saben algo más? Excepciones las había ya antes de la independencia, así que, en el fondo y en la superficie, para los indígenas, las cosas siguen igual, el problema no eran los españoles, el problema era y sigue siendo que son mirados como diferentes y sólo han sido considerados útiles como mano de obra de bajo precio.
A mi me parece paradójico ver a los tataranietos de los se independizaron de España haciendo cola para conseguir la nacionalidad española. ¡Ay, si lo vieran sus antepasados!
ResponderEliminarA veces resulta curioso como gira la rueda de la vida.
ResponderEliminarDesde luego que la vida da vueltas, y cada vez más. Ahora en veinte años se evoluciona más que antes en un siglo, y cosas que hace cuatro días parecían imposibles son una realidad. Lo que hemos visto y lo que nos queda por ver; si la guitarra no se rompe. Bueno habrá que exceptuar al tonto de Hugo Chávez que éste nos tiene mucha manía. Pero bueno como al pobre lo tenemos también malito; habrá que perdonarlo. Saludos Trecce.
ResponderEliminarPrecisamente Chávez es uno de esos que cargan las tintas contra los españoles, echándoles la culpa de todos los males, cuando él es, claramente, descendiente de criollos, que son los que llevan manejando la tostada desde hace 200 años.
ResponderEliminarBueno, tal vez, lo hicimos mal, yo no estaba allí, pero los "indios", con sus miserías y sus alegrías, que algunas tendrán, siguen allí.
ResponderEliminarA los ingleses, y franceses, no les hechan nada en cara, ni dicen lo que hicieron, porque se los cargaron a todos, y no queda nadie, para recordarles, lo que hicieron.
(Y los pocos, que quedaron, los tienen en reservas, bien escondidos)
Un abrazo.
Es cierto Isis. Un saludo.
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