EL PIANISTA

La película, adaptación para el cine de una novela de Wladyslaw Szpilman, narra los acontecimientos acaecidos en el ghetto de Varsovia durante la II Guerra Mundial y, por extensión, algunas de las situaciones que se vivieron en esta ciudad, capital de Polonia.

Remarco lo de adaptación, porque Polanski no copia la novela, de hecho, algunos de los aspectos tienen un tratamiento bastante diferente en cuanto a la profundidad o a la extensión con que son examinados.

Esto no es ni mejor, ni peor, simplemente hace que, partiendo de la misma anécdota, por llamarlo de algún modo, cual es la vida de Wladyslaw Szpilman, cada cual hace su propia obra, el escritor su libro y el realizador cinematográfico, su película basada en ese libro. Después cada uno es libre de decidir si una le gusta más que la otra. A mí la película de Polanski, me parece un gran film.

Para mi gusto, esta peli es la que mejor recrea el ghetto de Varsovia, y no me refiero a la recreación formal (que también), sino a la gran cantidad de matices que el director nos expone.

Polanski, para quien lo desconozca, vivió en carne propia las consecuencias de la persecución, su madre murió en un campo de concentración y su padre logró sobrevivir, en tanto él, un niño, tuvo que buscarse la vida amparado por una sucesión de familias polacas.

A pesar de todo ello, o quizá por eso mismo, Polanski nos narra una historia en la que no hay odios exacerbados, ni tampoco se pretende dar pena, se narran hechos y se narran muy bien, con el hilo conductor del músico y desde sus ojos, vamos asistiendo al desarrollo de la barbarie, a su crescendo, a las miserias y vejaciones, a las disputas, hasta llegar a lo que sería el inicio de un nuevo tiempo.

Tiene muchos aciertos en el planteamiento, el primero de ellos es permitirnos ver las cosas desde dos prismas, pues nos muestra lo que ocurre en el ghetto desde dentro y desde fuera.

En ningún instante huye Polanski de la autocrítica, vemos las diferencias entre judíos pobres y ricos y la cierta indiferencia con la que estos presencian la vida de aquellos; asistimos a la paulatina deshumanización a que son forzados por los alemanes; nos habla de los colaboracionistas, de los policías judíos que se vendieron al verdugo para salvar su vida...

Por otra parte, está muy bien reflejado el papel de la resistencia polaca, que ayuda a Szpilman a esconderse, al tiempo que apreciamos el antisemitismo de buena parte de la población, algo que era real y que se refleja en el absoluto silencio que ha de guardar el músico para no ser descubierto y denunciado; también son muy ilustrativas las escenas del levantamiento del ghetto y su inmediato aplastamiento a sangre y fuego y el alzamiento de la resistencia polaca, que fue cortado por los nazis, un tema controvertido y que ha sido tratado varias veces por autores polacos, pues el papel de las tropas rusas, que no ayudaron a la sublevación y se quedaron del otro lado del río, ha dado lugar a que aquel episodio sea considerado como una bandera del nacionalismo polaco.

La película se sustenta en una magnífica banda sonora, y en la labor del protagonista, Adrien Brody, que hace una interpretación magistral y dotada de buenos matices, de un personaje que da para mucho.

El director, logra una gran obra, es maravilloso contemplar con qué economía de medios nos hace vivir las intensas sensaciones que transmite, de tal forma que pelis similares, como La lista de Schindler, paracen barrocas al lado de esta. Toda una lección magistral.