Si la imaginación india ya atribuía a los fenómenos naturales y los objetos inánimes las cualidades de la vida y el pensamiento, a los animales los situaba en un escalón superior. El indio, en continuo contacto con la naturaleza, había observado bien a los habitantes de los bosques y las praderas y sentía un profundo respeto y admiración por sus aptitudes y habilidades instintivas.
Cuando los indios observaban estas habilidades, quedaban impresionados por la superioridad manifiesta de los diversos animales sobre ellos mismos, y era tanta la influencia que ejercía esa sensación de superioridad que, si codiciaban cierta cualidad, se ponían bajo la protección de aquel animal que la representara.
Y viceversa: si una persona o incluso una tribu entera, poseía o se le atribuían unas cualidades especiales, recibían el nombre del animal que mejor las simbolizara. De ahí la multitud de nombres indígenas en los que aparece un animal, valgan como ejemplo los conocidos Toro Sentado, Caballo Loco o Águila Guerrera, o en el caso de las tribus, los Hurones y los Cuervos.
Sin embargo, los indios no veneraban a estos animales, como ocurría en la mitología egipcia, ya que no eran considerados dioses en sí, ni son tampoco representaciones de los dioses, como sucedía en los mitos grecorromanos.
Las historias sobre el origen del mundo son un buen ejemplo de la importancia de los animales en la tradición mitológica de los indígenas norteamericanos. Con variaciones entre las distintas tribus, casi todas ellas hacen referencia a un mundo primigenio cubierto por las aguas, en las que diversos animales tenían que sumergirse para encontrar el barro o la tierra necesarios para originar el mundo terrestre y los seres humanos.
Así queda reflejado en los mitos creadores de algunas tribus como los Pies Negros, Arapajoes, Cheyennes o Mohicanos. Según la leyenda, el gran dios Michabo, cuando cazaba con unos lobos, se sorprendió al ver que los animales se sumergían en un gran lago y desaparecían. Les siguió dentro del agua con el objeto de rescatarlos, pero al entrar en el lago, de repente subieron las aguas, que sumergieron al mundo entero.
Michabo dio entonces instrucciones a un cuervo para que encontrara un trozo de tierra que pudiera servir como el núcleo de un mundo nuevo, pero el pájaro regresó de su expedición sin éxito. Entonces el dios mandó a una nutria con la misma misión, pero ésta también fracasó. Por último, encomendó a una rata almizclera la búsqueda, y ésta, por fin, regresó con la suficiente cantidad de tierra que permitiría a Michabo volver a crear la tierra firme. ¿Os suena de algo todo esto?
Hecho esto, el dios se dio cuenta de que todos los árboles habían perdido sus ramas, así que lanzó cientos de flechas sobre ellos, proporcionándoles así un nuevo ramaje. Finalmente, Michabo se casó con la rata, y de su unión nació la especie humana. El mito es similar para otras tribus, si bien con distintos animales con la función de conseguir la necesaria tierra: Un escarabajo para los Cherokee, para los Chickasaw un cangrejo de río, o un pato para los Seneca.
Cuando los indios observaban estas habilidades, quedaban impresionados por la superioridad manifiesta de los diversos animales sobre ellos mismos, y era tanta la influencia que ejercía esa sensación de superioridad que, si codiciaban cierta cualidad, se ponían bajo la protección de aquel animal que la representara.
Y viceversa: si una persona o incluso una tribu entera, poseía o se le atribuían unas cualidades especiales, recibían el nombre del animal que mejor las simbolizara. De ahí la multitud de nombres indígenas en los que aparece un animal, valgan como ejemplo los conocidos Toro Sentado, Caballo Loco o Águila Guerrera, o en el caso de las tribus, los Hurones y los Cuervos.
Sin embargo, los indios no veneraban a estos animales, como ocurría en la mitología egipcia, ya que no eran considerados dioses en sí, ni son tampoco representaciones de los dioses, como sucedía en los mitos grecorromanos.
Las historias sobre el origen del mundo son un buen ejemplo de la importancia de los animales en la tradición mitológica de los indígenas norteamericanos. Con variaciones entre las distintas tribus, casi todas ellas hacen referencia a un mundo primigenio cubierto por las aguas, en las que diversos animales tenían que sumergirse para encontrar el barro o la tierra necesarios para originar el mundo terrestre y los seres humanos.
Así queda reflejado en los mitos creadores de algunas tribus como los Pies Negros, Arapajoes, Cheyennes o Mohicanos. Según la leyenda, el gran dios Michabo, cuando cazaba con unos lobos, se sorprendió al ver que los animales se sumergían en un gran lago y desaparecían. Les siguió dentro del agua con el objeto de rescatarlos, pero al entrar en el lago, de repente subieron las aguas, que sumergieron al mundo entero.
Michabo dio entonces instrucciones a un cuervo para que encontrara un trozo de tierra que pudiera servir como el núcleo de un mundo nuevo, pero el pájaro regresó de su expedición sin éxito. Entonces el dios mandó a una nutria con la misma misión, pero ésta también fracasó. Por último, encomendó a una rata almizclera la búsqueda, y ésta, por fin, regresó con la suficiente cantidad de tierra que permitiría a Michabo volver a crear la tierra firme. ¿Os suena de algo todo esto?
Hecho esto, el dios se dio cuenta de que todos los árboles habían perdido sus ramas, así que lanzó cientos de flechas sobre ellos, proporcionándoles así un nuevo ramaje. Finalmente, Michabo se casó con la rata, y de su unión nació la especie humana. El mito es similar para otras tribus, si bien con distintos animales con la función de conseguir la necesaria tierra: Un escarabajo para los Cherokee, para los Chickasaw un cangrejo de río, o un pato para los Seneca.
Por supuesto, ya hemos hablado de ello en otras entradas, es común a casi todas las culturas.
ResponderEliminarLo que me ha sorprendido es el nombre porque siempre había visto Manitou o Winnetou, será dependiendo también de la tribu.
Hubo en tiempo en que sabía bastante de cada una de ellas gracias a Zane Grey,Jean Raspail y otras lecturas, me parece que tendré que dar un repaso...
Saludos.
Es cierto que hemos hablado de ello, es que a veces me repito, pero no dejan de sorprenderme estas coincidencias por más que sean de sobra conocidas.
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