Lo que ocurre con Wilder, como con otros grandes, es que después de ver películas como esta, nos queda la sensación de poca cosa cuando vemos esas otras que solemos llamar menores. No hace falta que nadie le deje en evidencia, se deja él mismo al poner alto el nivel, tan alto que este film que hubiera dado fama a algunos de los que nunca llegaron a la cima, muchos lo sitúan en un segundo escalón de su obra. De cualquier modo, sea el escalón que sea, estamos ante una gran película.
Y por si esto fuera poca cosa, que no lo es, asistimos en primera fila al nacimiento de un tándem de los que marcan época: Jack Lemmon y Walter Matthau. Sólo este hecho, ya vale para reservarle a la cinta un renglón en la historia del cine.
Pero hay más, es verdad que en algunos momentos la acción va un poco atascada, pero en otros, el mejor Wilder fluye en todo su esplendor.
Y por si esto fuera poca cosa, que no lo es, asistimos en primera fila al nacimiento de un tándem de los que marcan época: Jack Lemmon y Walter Matthau. Sólo este hecho, ya vale para reservarle a la cinta un renglón en la historia del cine.
Pero hay más, es verdad que en algunos momentos la acción va un poco atascada, pero en otros, el mejor Wilder fluye en todo su esplendor.
El guión, del propio Wilder y de su inseparable I.A.L. Diamond, es una maravilla. Partiendo de un accidente laboral, la película hace una crítica dura, inteligente y cargada de humor contra la codicia, la hipocresía y el engaño tramposo.
No se para ahí, porque la parodia, que se centra en esos tramposos que pretenden aprovecharse de una nimia situación para sacar dinero por medio de una denuncia, se extiende a las compañías de seguros, que cuando han de pagar ponen todo tipo de obstáculos y a la familia americana, a través del matrimonio fracasado del ingenuo protagonista y su codiciosa esposa.
La pareja protagonista está genial, pero sobre todo Walter Matthau (Óscar al mejor actor secundario), cuya figura se alza inconmesurable en una magnífica actuación, donde empezamos a disfrutar de esa riqueza gestual tan maravillosa y tan suya, inimitable.
Lemmon repite ese papel que tan magistralmente interpretó tantas veces: El hombre normal, cualquiera de nosotros, el pardillo que se deja llevar por el abogado sin escrúpulos que además es su cuñado. Como él mismo dice, es verdad que a veces engorda la cuenta de gastos que presenta a su empresa, pero el sentimiento de culpa acaba asomando.
En el otro lado de la balanza, quizá la única persona buena: Bum-Bum Jackson (Ron Rich), el que nos reconcilia con la humanidad y nos recuerda que también hay gente honrada, a pesar de todo.
Un film que mezcla todo el humor ácido e inteligente de Wilder para hacernos llegar su crítica, con la ternura, lo que nos deja, al final, unos sentimientos encontrados entre la risa que nos regala alguno de sus geniales diálogos y la tristeza de ver retratadas algunas de las miserias del hombre moderno.
Es una pelicula - a mi juicio- menor.
ResponderEliminarSu importancia está en lo que tu señalas: que es el comienzo del "matrimonio" Lemmon-Matthau.
Al margen de ésto, la película tiene muchísmos altibajos.
Goza de momentos "wilderianos",sí, pero en ocasiones se embroca hasta hacerse por momentos tediosa.
Magníficas tus puntualizaciones, Natalia.
ResponderEliminarBuana pelicula en cualquier caso. Y una bofetada a los que defienden (muy tipico en España) que el cine de autor no puede ser comercial.
ResponderEliminarUn saludo.
A mí me gustó y siempre me ha parecido una especie de anticipo de "Primera plana"
ResponderEliminarYa lo insinué comentando Bésame, tonto. En bandeja de plata es el preludio a Primera Plana, Pero Wilder ya había hecho sus mejores películas. Un saludo
ResponderEliminarPara muchos críticos, a partir de "Uno, dos, tres" Wilder no superó lo que había hecho antes.
ResponderEliminarDe todos modos, ya lo hemos dicho, cualquier obra menor de este tipo, sería una joya en la filmografía de otros.