Es un poco difícil para mí hablar objetivamente de esta película (me pasa con muchas otras), sin saber muy bien por qué razon, le tengo un cariño especial, quizá porque es de aquellas pelis típicas de tarde de sábado, o de vacaciones navideñas, cuando en España la mejor televisión que teníamos era la única que había. No recuerdo haberla visto de pequeño, pero quizá fuera así y haya quedado en mi subconsciente, porque si no, ya digo que no sé de dónde me viene esta especie de cariño casi sensiblero por ella.
Hombre, también puede ser porque la película se presta a ello y lo que visto ahora por primera vez, con la edad que tiene uno, te puede parecer acaramelado y hasta empalagoso, tal vez desde una mente más ingenua y más limpia, se presta a verla con ojos de deleite.
Hombre, también puede ser porque la película se presta a ello y lo que visto ahora por primera vez, con la edad que tiene uno, te puede parecer acaramelado y hasta empalagoso, tal vez desde una mente más ingenua y más limpia, se presta a verla con ojos de deleite.
Desde luego, este film defraudará a los forofos de Tarantino, Peckimpack, e incluso a los de Eastwood, porque si Hitch se puede ahorrar un muerto, se lo ahorra, no encontraremos ni rastro de sangre, las peleas se quedan en simples empujones de patio de colegio, las pistolas parecen de juguete y la venganza queda para los tribunales. Y mira que esta película en manos de cualquiera de los mencionados tiene para sacarle jugo. El inglés era un tipo amable a la hora de llevar a la pantalla una historia y ese es su estilo, que no debemos olvidar hasta dónde lo llevó.
La historia, por momentos, es un tanto tontorrona, pero a Hitchcock, en más de una ocasión lo demuestra, le importaba un bledo hacer raras elipsis y encontrar soluciones un tanto ilógicas en determinados momentos para hacer avanzar sus relatos y llevar al espectador a donde él quiere. Lo que nadie puede negar es que, apesar de los pesares, aún sabiendo todos cómo va a concluír aquello, si la vemos por primera vez, será difícil que nos vayamos a media peli, sin saber cómo nos va a llevar el director el director al final de la misma. Y es que aquí sí que maneja el suspense con la maestría que le ha hecho famoso, aunque sea, a veces, y me repito, a base de giros en el guión, un tanto forzados.
Los exteriores de la película se rodaron en Londres y en Marrakech, sin embargo, el uso reiterado de las trasparencias en la primera parte, precisamente la que se desarrolla en el Marruecos francés, me da qué pensar, no he buscado mucho, pero creo que para allá debió ir el equipo de rodaje y los actores se quedaron en su casita esperando a rodar las escenas europeas (o quizá ni esas) y de estudio.
Cuando el embajador de no se sabe qué país, pero que da a entender que es soviético, o al menos del este europeo (los malos), recrimina al secuestrador del niño que lo haya llevado a la embajada y que previamente lo haya secuestrado, con una frase que dice algo así como: "¿Es que no sabe lo que los americanos están dispuestos a hacer cuando se secuestra a un niño?", que me ha quedado un tanto perplejo. Será una humorada de Hitch, que no acabo de entender, porque si lo dice en serio, me parece una de esas tonterías anglosajonas que el resto del planeta no entendemos. Claro, ellos no lo hubieran secuestrado y si lo hacen, no se lo llevan a la embajada, hubiera ido de cabeza a cualquier Guantánamo que tuvieran por ahí.
De todas maneras, quizá me quedé con la frase, porque cuando estábamos viendo la peli, mi hijo comentó al ver que los protas se iban a cenar y dejaban al niño en la habitación del hotel: - ¿Pero no se llevan al niño a cenar con ellos?
- No, hijo, ellos son así. Eso lo hacemos en España, que vamos a tomar vinos con el niño en el cochecito de bebé, para que vaya aprendiendo a entrar en los bares. En Norteamérica, si te ven con tu hijo menor de edad en un bar, te meten en la cárcel a la menor.
Después se lo secuestran, pero eso ya es harina de otro costal.
Estoy yendo por las ramas, creo.
¡Ah, sí, la película! Pues eso que una historia un tanto endeble, creo yo, pero de la que saca petroleo Sir Alfred.
Hay escenas muy típicas de él en lo que a crear suspense se refiere y eso nos va atrapando y a pesar de que durante todo el fil te persigue (a mí al menos) la sensación de que aquello deja mucho que desear, te ves envuelto en la magia del "qué pasará".
Hay un par de escenas que yo destaco. La primera es la que tiene lugar en el taller del taxidermista, donde nos hace caer en la trampa de que ha encontrado el hilo de ariadna de todo el misterio y resulta que acaba siendo un error. Este tío es un maestro de la intriga.
La segunda, ya sabéis, la escena del Royal Albert Hall, con la música de la Orquesta Filarmónica de Londres, que dura una eternidad y en la que estamos en vilo por ver si el asesino conseguirá o no su propósito y por cómo acabará todo aquello. La cantidad de planos es ingente, no sé cuántos habrá y desde luego el trabajo que les tuvo que dar el montaje de esta parte de la película es digno del mayor de los aplausos.
La película obtuvo un óscar a la mejor canción, por una que se hizo muy famosa y que ha pasado a la historia: Whatever Will Be, Will Be (Que Sera, Sera), de Jay Livingston y Ray Evans, interpretado por una encantadora Doris Day. A mí me gusta la primera vez que la canta, la segunda, subiendo la voz deliberadamente para que la oiga su hijo, queda un poco patética. De cualquier modo, cuando acaba la peli, la canción te persigue y a la menor, te sorprendes a ti mismo tarareándola.
¿Te puedes creer que todavía no he visto la primera versión, la inglesa? Ésta es también de mis preferidas (creo que la que más veces he visto).
ResponderEliminarEn la primera versión de esta historia, la secuestrada es una niña, en lugar de un niño y, aunque hay opiniones para todos los gustos, casi todos prefieren en remake.
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