Nina (Bingbing Li) vive en Shangai, donde trabaja para una multinacional china que le ofrece la oportunidad de su vida: ir a Nueva York a poner en marcha una sucursal para Norteamérica, junto a su compañero Sebastian (Archie Kao)
Cuando falta poco para emprender el viaje, recibe una llamada del hospital, su amiga Sophia (Gianna Jun), ha sido atropellada por un automóvil cuando iba en bicicleta, se encuentra en coma y en su teléfono móvil, han comprobado que el de Nina fue el último número marcado antes del accidente.
Nina acude al hospital y entre las pertenencias de su amiga, encuentra el borrador de la novela que estaba escribiendo, Nina recuerda que Sophia le había hablado de ella y que esperaba que la leyese para contarle sus impresiones, así que comienza la lectura y se encuentra con la historia de dos mujeres en la China del principios del XIX, que forman una pareja Laotong, una tradicional institución por la que dos mujeres se convierten en amigas para la eternidad; una especie de contrato que firman, las obliga a cuidar la una de la otra, como si de un matrimonio se tratara y, aunque cada una cumpla con su destino en la vida, se case y sea madre, el Laotong forma para ellas un vínculo especial.
Nina y Sophia, firmaron también un contrato Laotong, cuando esta figura ya era algo del pasado, lo hicieron como una especie de juego, pero Nina decide renunciar a su futuro en Nueva York y quedarse a cuidar a Sophia en el hospital.
La película adapta el best seller de Lisa See del mismo título y que en España se publicó bajo el nombre de "Abanico de seda".
Para trasladar la novela a la pantalla, el guión se toma la licencia de inventar la historia de Nina y Sophia que viven en tiempo presente. Nina, a su vez, rememora la cronología de su amistad con Sophia, una chica coreana a quien su padre chino lleva con él a su país al quedarse viudo y que deberá pasar por el difícil trance del nuevo matrimonio del padre con una mujer con la que no acaba de llevarse bien, con lo que su amistad con Nina será un remanso para su vida complicada.
Al tiempo, a través de la lectura que hace Nina de la novela que escribe su amiga, vivimos la historia que es la que de verdad narra el libro de Lisa See, la relación entre Lily y Flor de Nieve, dos niñas chinas de diferente extracción social que, en el siglo XIX, se convertirán en Laotong; juntas crecerán, serán sometidas al doloroso vendaje de los pies, la cruel tradición china que buscaba para las niñas unos pies pequeños llamados "lotos dorados", en definitiva, una especie de dolorosa mutilación; se casarán y seguirán comunicándose a pesar de la distancia, mediante el lenguaje exclusivo de las mujeres conocido como Nu shu, a través de sus abanicos de seda.
La superposición de estos tres tiempos cronológicos diferentes, que se siguen perfectamente, supone un buen hallazgo para trasladar la novela al lenguaje cinematográfico, al tiempo que da vida y ritmo a la narración.
Con una fotografía elegante y una ambientación lograda, pero sin estridencias, el film cuenta con una magnífica banda sonora de Rachel Portman, la primera mujer que se llevó el Oscar a la mejor banda sonora, incorpora sonoridades orientales para construir una música sugerente y preciosista, que impresiona desde la primera vez que se escucha.
La utilización de esos característicos instrumentos tradicionales orientales aporta un color especial a toda la partitura y completa una de las bandas sonoras más exquisitas de esta singular compositora británica.
La presencia del piano en muchos de los temas aporta una calidez singular a la partitura, que se apoya también en unas magníficas orquestaciones en las que la cuerda acompaña de forma suave pero precisa.
La interpretación de las dos protagonistas viene a rematar un trabajo hecho con paciencia que conmueve, en el que cada tiro de cámara y cada momento están pensados de manera especial.
Una historia de sentimientos, una canto a la amistad abnegada, esa joya tan preciada por lo difícil que es de hallar, construída a base de renuncias y de amor por el otro.
Pero también un retrato desgarrador, por lo real, de las condiciones de vida de la mujer, prisionera en su propia casa, sometida a los dictados del marido y de un entorno social intransigente. ¿Superado? ¡Ojalá fuera así!, pero cuántas mujeres viven esta situación en la actualidad, sin futuro y sin posibilidad alguna de una mínima realización personal.