Jonn Cash nació en el seno de una familia de agricultores que sobrevivían al abrigo del
new deal ideado por
Franklin Roosevelt, tratando de asomar la cabeza tras el batacazo de la
Gran Depresión.
Como en tantas de esas familias del interior de Norteamérica, los convencionalismos religiosos, el temor de Dios, el respeto a la jerarquía de valores donde el trabajo y la honra ocupaban un destacado lugar, enmarcaron su educación. Cantaba los himnos de la iglesia con su madre, aprendió los primeros acordes con un vecino y tenía como compañía la radio que su padre había comprado para informarse sobre las crecidas del Mississippi.
Una tragedia le marcará para toda su vida, la muerte de su hermano Ray, con el que estaba muy unido y de la que su padre, entonces adicto a la bebida, le hacía culpable en parte, por puro despecho.
El film solamente recorre una parte de la vida del cantante, centrándose en los años 50 y 60, los de su despegue y triunfo; con algunos flashback que nos acercan a su compleja infancia.
Más que un film sobre la carrera del artista (que también, por supuesto), el film es la historia de amor entre Johnny Cash y June Carter, sus convulsiones y contradicciones, algo que tuvo mucha influencia, no sólo en su vida personal, sino también en su carrera profesional.
Si bien es verdad que el guión ha sido acusado de complaciente, creo que a la postre, cuenta lo que quiere, ese es un privilegio de quienes hacen un film, arriesgándose después al juicio del público y la crítica. A mí me parece que está bastante acertado, el ritmo narrativo es bastante bueno y la peli no se hace larga a pesar de las más de dos horas de duración y además, un montón de los porqués de las vida de Cash están reflejados a lo largo del metraje, su infancia, pasada entre la radio y el libro de cánticos de la iglesa, las marcas que le dejó su severo y alcohólico padre, la muerte de su hermano, su perseverancia en continuar su carrera musical..., aunque es cierto que quien no sepa algo de su biografía se los perderá, o no entenderá qué nos están queriendo decir con determinadas frases o planos puntuales.
Para quienes son amantes o, al menos, están interesados por la música norteamericana de este periodo, puede resultar un tanto decepcionante lo poco explotado que queda el asunto de las giras con otros cantantes de Sun Records, la mítica firma de discos de Tennessee, en la que coincidió con cantantes de la talla de Elvis Presley, Carl Perkins, Roy Orbison, Jerry Lee Lewis o la propia June Carter.
Cinematográficamente, la peli no tiene grandes momentos, al contrario de lo que ocurre en el plano de las interpretaciones, los dos protagonistas están inmmesos. Joaquín Phoenix hace una magnífica recreación del protagonista. No se parece demasiado físicamente, pero al contrario de lo que ocurre en otras pelis, en las que incluso llegan a causar risa los emplastos que colocan a los actores para conseguir mayor parecido físico, aquí eso se deja de lado. Al principio del film, vemos que Phoenix no se parece a Cash, lo aceptamos y ya no volvemos a pensar en ello, porque el actor nos hace aceptar el juego librándonos del corset de la imitación.
Eso no quiere decir que que Phoenix invente su personaje, para nada, es evidente que estudió a Cash, sus poses con la guitarra, el modo en que retorcía la boca al cantar, sus gestos, incluso la voz, aunque no es igual, está muy conseguida y en un concurso de imitadores obtendría una excelente calificación. Porque otra de las cosas interesantes del film es que los actores cantan sin ser doblados y lo hacen muy bien.
Punto y aparte para Reese Witherspoon en su papel de June Carter, de la que dijo Cash que era la mujer más grande que jamás había conocido. Nadie más, excepto mi madre, se le acerca -decía-.
De hecho ella, le roba el protagonismo a Phoenix en algunos pasajes del film. Witherspoon vio recompensando su trabajo con una retahila de premios, todos merecidísimos, incluído el Oscar de Hollywood.
En la película encontramos la historia del camino al éxito de una de las voces más singulares del panorama musical norteamericano, su vida turbulenta y esa especie de redención que supuso su matrimonio con June Carter. Una suerte de retrato de lo que es la propia norteamerica del interior, Cash representa algunas de esas dicotomías que vemos en los western: En una mano la Biblia y en otra la pistola.