ANNETTE

 

Ann Defrasnoux (Marion Cotillard), es una cantante de ópera de fama internacional. Henry McHenry (Adam Driver), su amado, es humorista y entra en escena ataviado de un albornoz y un bañador; no resulta especialmente divertido y está continuamente atormentado. Tiene una moto, así que sabemos que es un chico malo. Centro de todas las miradas, juntos forman una pareja feliz rodeada de glamour, están perdidamente enamorados, para regocijo de los programas de entretenimiento y de los noticiarios, y tienen un bebé, Annette, una niña misteriosa con un destino excepcional. Mas esa especie de cuento oscuro y perverso en que viven y el amor que se profesan, pronto empieza a marchitarse, al contrario que la marca en el rostro de Henry, que va creciendo conforme inicia su descenso hacia el lado oscuro. 

A estas alturas no vamos a descubrir el cine de Leos Carax, sabemos de su estilo iconoclasta y en este film continúa por esa senda, así que, como de costumbre, división de opiniones, de todo podréis encontrar en las críticas, tanto de aficionados como de especialistas. Desde aquellos que lo consideran poco menos que vergonzoso, con un bebé que en realidad es un muñeco, una especie de pinocho remasterizado y que el argumento carece de sentido, con la historia algo manida de un hombre que trata de lidiar con el éxito de su pareja.

Para otros, sin embargo, resulta un experimento placentero y memorable.

En cierto modo, la cinta está concebida como una ópera y como tal debemos enfrentarnos a su largo metraje, pues aunque la historia es de lo más sencilla, para algunos puede resultar oscura. Como dijo algún crítico: Si uno se acerca a ella con la mente abierta se disfrutará. ¡Pero cuidado! Hay que hacerlo sabiendo que nos asomamos al abismo.