jueves, 12 de noviembre de 2020

EL DESVÍO (DETOUR)

 


Al Roberts (Tom Neal), un pianista sin recursos, hace autoestop para viajar hasta Los Ángeles, a fin de reunirse con su novia Sue Harvey (Claudia Drake), que dejó Nueva York para ir a Hollywood  con la esperanza de avanzar en su carrera sin demasiada fortuna. En la carretera le recoge Charles Haskell Jr. (Edmund MacDonald), que muere repentinamente por causas naturales. Sin embargo Al decide asumir la identidad del fallecido, convencido de que la policía jamás creería la verdad sobre su muerte. 
Su mayor error será recoger a otra autoestopista, Vera (Ann Savage), una mujer que previamente había conocido al verdadero Haskell cuando también la llevó en su coche. La mujer chantajeará a Al y lo arrastrará con ella a un plan descabellado que tendrá trágicas consecuencias.


Cualquier aficionado, por mediocre que sea (yo mismamente), tienen una idea aproximada de a qué nos referimos cuando hablamos de una película norteamericana de Serie B, eso sí, de antes de los 50 (después el término adquirió otras connotaciones) y cualquier aficionado un tanto despierto (tú que me lees, por ejemplo), sabe de sobra que hay películas de Serie B que le dan sopas con honda a muchas otras que contaron con grandes presupuestos. Estamos ante un ejemplo claro de uno de esos casos. 
La película debió contar con un presupuesto irrisorio para lo que se manejaba en la industria (en algún lugar he visto que fueron 20.000 $), hasta el punto de que el auto que conduce el protagonista, un Lincoln Continental V-12 convertible de 1941, era el de Edgar G. Ulmer, el director del film o que la chaqueta de punto que lleva Ann Savage en las primeras escenas en que aparece, pertenecía a Shirley, la esposa de Ulmer. Pero ahí es donde entra la pericia, la inventiva y la destreza del realizador y su equipo que convierten un film pobre de medios en una verdadera obra de arte, con recursos como describir el viaje del protagonista intercalando tomas de un mapa en que vemos la ruta que sigue, con fotogramas de él haciendo autoestop. 
Fue la primera película de Serie B elegida por la Biblioteca del Congreso para su Registro Nacional de Cine, en 1992.


La narración de la película es relativamente sencilla, un viaje de ida y vuelta que el protagonista rememora mediante un largo flashback que ocupa prácticamente toda la película. Muchas de las situaciones se nos hacen llegar mediante la voz en off de Al Roberts. Se echa mano de elipsis y de desenfoques que nos hacen dudar de si lo que ocurre es real o imaginado, al fin y al cabo igual que toda la historia, que está contada bajo el punto de vista del protagonista y de tal manera que al espectador le queda esa duda de si todo ocurrió tal como lo cuenta o es una historia que se ha inventado para justificar sus acciones y que se ha llegado a creer él mismo, pues algunas veces resulta un tanto inverosímil, incluso lo remarca al dirigirse al espectador diciendo: Vds. no lo creerán, igual que no lo creería la policía.
La pobreza de medios se nota muchísimo, incluso las actuaciones no son muy allá, sin embargo, observamos algunos interesantes movimientos de cámara, juegos de luces y sombras, ambientación muy artesanal pero que consigue crear un ambiente opresivo y agobiante y algunas secuencias realmente brillantes. Recuerdo ahora las sombras de los músicos tocando y alguna otra muy llamativas.
Edgar G. Ulmer, había nacido en lo que ahora es Chequia, entonces Imperio Austrohúngaro. A los veinte años viajó a Berlín, donde trabajó con Murnau y Reinhardt, entre otros, para emigrar definitivamente a los EE.UU. en 1923. 
No sabemos qué habría sido de la carrera de este judío centroeuropeo de no haber sido por un hecho que marcó su carrera: Se enamoró de Shirley, de quien ya hemos hablado al referir la anécdota de la chaqueta de Ann Savage. Esta mujer era entonces, la esposa del productor Max Alexander, que además era sobrino de Carl Laemmle, el fundador de los estudios Universal. Con aquel affaire, Ulmer se jugó su futuro pues, desde entonces, su nombre quedó señalado y vetado para acceder a las grandes producciones. 
Shirley acabó separándose de Max Alexander, y se casó con Ulmer en 1936, con el que tuvo una hija.




8 comentarios:

  1. ¡Hola!
    No conocía esta peli. La anoto.
    Un saludo1

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  2. ¡Qué gran película! La descubrí gracias al programa de José Luis Garci. Tengo pendiente hablar de ella en mi blog. Pero ¿qué puedo añadir a todo lo que tú has dicho?

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  3. Hola Trecce!
    Es una maravilla, le has hecho justicia con tu reseña. No se si como se suele decir la carestía de medios agudiza el ingenio, pero desde luego con tan pocos mimbres hacer este cesto tiene muchísimo merito. Desconocía esos datos acerca del coche y la chaqueta. Por si fuera poco apenas dura una hora.
    Saludos!

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  4. Muy buena. Una película que ha traspasado el umbral de las cintas de culto para meterse de lleno entre las grandes películas del género negro.

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    1. Está muy bien hecha y magníficamente aprovechados los escasos recursos con que contó.

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